
domingo 17 de agosto de 2025
En La fragilidad de las casas, Victoria Almeida reescribe el mito de Casandra en clave contemporánea. La protagonista, interpretada por Guadalupe Docampo, recorre su vida a través de las casas que habita: infancia, juventud, adultez. Como en la tragedia griega, su visión anticipa lo que los demás no quieren oír, pero aquí se traduce en la capacidad de percibir las fisuras de la convivencia, los desencuentros afectivos y la desigualdad en las relaciones de pareja.
La puesta en escena desarma la narrativa convencional y apuesta por un lenguaje multimedia: acrobacias aéreas, música ejecutada en directo y proyecciones que expanden la intimidad del relato. Estos elementos, lejos de ser ornamentales, intensifican la percepción de fragilidad, generando un territorio donde lo real y lo paródico conviven en tensión permanente.
El elenco asume múltiples roles en clave grotesca y satírica, mientras Docampo sostiene un registro más contenido, que funciona como eje de gravedad dramática. Su Casandra concentra la vulnerabilidad de una mujer que, al igual que en el mito, carga con el peso de ver demasiado y no ser escuchada.
Aunque la obra se presenta como comedia multimedia, el trasfondo revela una reflexión sobre los vínculos humanos, la búsqueda de amor y la inestabilidad de los espacios que habitamos. Las casas, más que refugios, son escenarios donde se inscriben los deseos, los miedos y las contradicciones de la vida contemporánea.