Los misterios que envuelven a los Apalaches se deben tanto a su geografía como a la tradición de las comunidades que habitan sus valles.
Según estudios del Journal of American Folklore, muchas de estas historias funcionan como advertencias frente a peligros reales: senderos sin señalizar, acantilados ocultos por la niebla o fauna salvaje.
Un ecosistema que alimenta los misterios en Estados Unidos
La ecóloga Elizabeth A. Byers, especializada en conservación de los Apalaches, explicó que la topografía accidentada genera microclimas y nichos ecológicos que dificultan la presencia humana y favorecen la proliferación de fauna.
Entre bosques de robles, hayas y pinos conviven osos negros, ciervos, serpientes y aves rapaces. Esa biodiversidad inspiró criaturas míticas como el Hombre Polilla de Virginia Occidental, el Gato Wampus o los Monstruos de Grafton, aseguró el medio National Geographic.
Autores de terror contemporáneo, como Úrsula Vernon, situaron sus historias en esta región, imaginando que las cuevas y hondonadas albergan presencias invisibles.
En comunidades rurales, las leyendas cumplen un papel preventivo. Leslie J. Anderson, escritora y estudiosa del género, señaló que contar historias sobre monstruos o espíritus en zonas peligrosas es una estrategia ancestral para mantener alejados a niños y forasteros de lugares de riesgo. Así, la mitología se convierte en una herramienta de seguridad.
Los Apalaches atraviesan más de 3.000 kilómetros desde Alabama hasta Canadá Foto:Getty Images
No todas las historias son oscuras. La roca de Judaculla, cubierta con petroglifos de más de 4.000 años, forma parte del legado de los Cheroqui, quienes aseguraban que fue colocada por un gigante protector
Aunque la geología explicó la formación de la cordillera —fruto de antiguas colisiones tectónicas y millones de años de erosión—, sus leyendas siguen vivas.