
Dmytro Koval es quizás una de las personas que más ha investigado los crímenes de guerra que se han cometido durante la invasión de Rusia en Ucrania. Además de ser doctor en leyes y profesor en la Universidad Nacional de la Academia Kyiv-Mohyla, trabaja como codirector ejecutivo en Truth Hounds, una organización que desde 2014 investiga las violaciones a los derechos humanos en su país de origen, el Cáucaso y Asia Central.
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Koval, de hecho, era compañero en Truth Hounds de Victoria Amelina, la escritora ucraniana que murió durante un bombardeo ruso en una pizzería de Kramatorsk, en cuyo ataque resultaron heridos el excomisionado Sergio Jaramillo, el escritor Héctor Abad Faciolince y la periodista Catalina Gómez.
Este investigador estuvo de visita en Bogotá y se reunió con funcionarios de la Justicia Especial para la Paz (JEP), exfuncionarios de la Comisión de la Verdad y miembros de organizaciones como la Comisión Colombiana de Juristas y del centro de estudios DeJusticia, en cuyos encuentros intercambió experiencias sobre cómo abordar crímenes ocurridos durante un conflicto.
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EL TIEMPO conversó con Koval, quien habló sobre cómo opera la máquina de guerra rusa en su país, los crímenes de guerra que investiga la organización, el papel de Donald Trump en la negociación entre Moscú y Kiev, los soldados colombianos que viajan para unirse al ejército ucraniano, entre otros temas.
Dmytro Koval Foto:Archivo particular
Durante su visita a Bogotá, usted pudo conversar con expertos sobre el conflicto que vivió Colombia. ¿Ve algún tipo de similitud con el que vive ahora su país?
Hay similitudes y la experiencia adquirida por los expertos colombianos puede ayudar a los ucranianos a llevar a cabo tareas de rendición de cuentas en restauración, paz y justicia. Por ejemplo, uno de los desafíos que ustedes enfrentaron hace varias décadas fue cómo tratar a las víctimas que sobrevivieron a las atrocidades, cómo acompañarlas, manejar sus expectativas frente a la justicia y cómo contarles la verdad sobre lo que ocurrió.
La organización para la que usted trabaja investigó el ataque ruso contra el café de Kramatorsk, en el que murió Victoria Amelina, que trabajó en Truth Hounds, y en el que tres colombianos resultaron heridos. ¿Qué nos puede contar de esa investigación?
Sí, hay algunos crímenes de guerra cometidos en Ucrania que han afectado directamente a colombianos. Probablemente, el más emblemático es ese. Truth Hunds sigue trabajando y luchando para dar a conocer esa información, explicar por qué ese ataque no fue simplemente una acción militar en el marco del conflicto sino un crimen de guerra.
¿Qué novedades tienen de ese caso?
Rusia desató toda una campaña de intimidación contra la familia de Victoria Amelina. Afirmaron públicamente en medios que ella llevó a propósito a los colombianos al café que fue atacado con el supuesto fin de dañar las relaciones entre Colombia y Rusia. Lo cual no tiene ningún sentido. Es absurdo pensar que alguien pondría en riesgo su propia vida solo para empeorar las relaciones entre dos países tan distantes. Todo era con el objetivo de intimidar a su familia y hacer parecer que su muerte pareciera insignificante.
La escritora ucraniana Victoria Amelina murió en el ataque ruso. Foto:Archivo particular
Hablando de ese ataque, el excomisionado Sergio Jaramillo, que fue uno de los colombianos heridos en ese episodio, lidera el movimiento ‘Aguante Ucrania’ para mostrar la solidaridad de América Latina con su país. ¿Cómo calificaría el respaldo que ha recibido de los países de la región, especialmente de Colombia?
Al menos a nivel de la comunidad de expertos y la sociedad civil, el apoyo de Colombia es sobresaliente. Desde los primeros días, representantes de la sociedad civil colombiana y de grupos de expertos se pusieron en contacto con sus contrapartes ucranianas y expresaron su deseo de hacer todo lo posible para demostrar que Rusia es el agresor. En cuanto al apoyo estatal es más difícil pronunciarse porque no tengo todos los detalles. Hasta ahora, Colombia no se encuentra entre los países que han respaldado la agresión, lo cual es algo muy valioso. Creemos igualmente que todavía hay más espacio para avanzar y tener una participación más amplia por parte del Estado colombiano.
El embajador ruso en Bogotá condenó recientemente que haya soldados colombianos enlistándose en el ejército de Ucrania. ¿Cuál es su balance del apoyo que ha recibido Kiev de soldados colombianos y extranjeros?
No quiero aplicar aquí la táctica rusa que se conoce como ‘whataboutism’ — desviar la atención diciendo: “miren que Rusia también lo hace”—, pero es importante hacer una advertencia. Efectivamente, Rusia está haciendo lo mismo en distintas partes del mundo, y lo hace en función de sus propios intereses. A diferencia, Ucrania lo hace para defenderse. Además, Ucrania necesitaba la experiencia de soldados extranjeros para aprender a usar armamento con el que no estaba familiarizado.
Ciudad de Chasiv Yar, recientemente tomada por Rusia Foto:AFP
¿Y cómo opera ese reclutamiento?
Rusia está reclutando soldados en todo el mundo. A veces lo hace de manera oficial, como por ejemplo con Corea del Norte en el que hubo un acuerdo para apoyo. Sin embargo, también está tratando de convencer a otros países de que hagan lo mismo. En el sudeste asiático hay numerosos reportes de Rusia reclutando personas en Nepal, India, Myanmar y Bangladés.
Su organización ha documentado cientos de incidentes que se podrían constituir como crímenes de guerra. ¿Qué patrones ha identificado entre estos crímenes y qué puede decirnos sobre ellos?
Rusia intenta controlar los territorios ocupados con mano de hierro. Eso significa que la tortura, el trato inhumano y otros tipos de violaciones de derechos humanos se vuelven muy comunes en las zonas que Rusia conquista. Otro caso es la violencia sexual contra hombres y, en particular, la electrificación de los genitales, que es usada ampliamente por el ejército ruso, pero también por agencias de seguridad en los territorios ocupados.
Soldados colombiano en Ucrania. Foto:EFE
¿Y en los territorios no ocupados…?
Es la total ignorancia del principio de proporcionalidad. Este principio establece que, al llevar a cabo un ataque contra un objetivo que pueda tener algún valor militar, se debe considerar si hay civiles viviendo cerca de ese objetivo y si también podrían resultar afectados por el ataque. Lo que vemos son numerosos incidentes donde Rusia ignora por completo el riesgo colateral para civiles.
Pasemos al plano geopolítico del conflicto. ¿Usted cree que la presión de Trump sobre Putin, para alcanzar un acuerdo en los próximos días, va a surtir efectos?
Por ahora no parece probable. El nivel de presión que existe actualmente no llevará a un acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania. Pero con suerte, el aumento de la presión en algún momento podría empujar a Rusia a entrar en negociaciones. Sin embargo, estas negociaciones —al menos eso creo yo— no resultan muy convincentes para Rusia; la idea misma de negociar no le resulta persuasiva.
Un soldado ucraniano de la unidad móvil de defensa aérea de la brigada 59 vigila el cielo. Foto:AFP
¿Por qué?
Rusia no considerará seriamente negociar hasta que sufra, al menos, algún tipo de retroceso militar en el campo de batalla. Si recuerdas, la primera oportunidad real de negociaciones apareció en 2022, cuando Rusia fue derrotada en varias regiones de Ucrania y se retiraba de los territorios que había conquistado al comienzo de la invasión. En ese momento, hubo una posibilidad de negociación.
Después del impasse entre Trump y Zelenski en La Casa Blanca, se pensó que Washington le iba a retirar la ayuda a Ucrania e iba a estar más inclinado por Putin, pero, ahora, Estados Unidos dijo que enviará a Kiev misiles Patriot. ¿Trump sigue siendo un aliado en el que su país puede confiar?
No tenemos demasiados aliados entre los cuales elegir. Por supuesto, contamos con Europa y el Reino Unido. Pero ellos no estaban preparados para este tipo de guerra. Solo Estados Unidos tenía una industria militar lo suficientemente grande para ayudar a Ucrania. Por esa razón, Kiev se ha mantenido alineada con Washington. Eso podría cambiar en el futuro.
Putin ha dicho que solo está dispuesto a negociar si Ucrania no entra a la Otán y cede los territorios que ya están ocupados, entre otras cosas. ¿Cuáles son las líneas rojas que Ucrania no está dispuesta a cruzar?
Lo de la Otán es una completa mentira de Putin. Recordemos que, en 2021, tanto la administración Biden como la Unión Europea estaban casi listas para reconocer que Ucrania no se uniría a la Alianza Atlántica, pero no estaban dispuestos a decirlo públicamente. Por lo tanto, el verdadero objetivo de Rusia no es evitar que Ucrania entre a la Otán.
¿Qué no está dispuesto a ceder Ucrania?
El reconocimiento legal de los territorios ocupados, como territorios rusos, es una línea roja absoluta. Para Ucrania es imposible eso. Todo lo demás podría, en algún grado, discutirse o negociarse.
La ONU dijo que junio marcó un récord de civiles muertos en la guerra, ¿Cuál es la situación actual en el terreno?
Nada ha cambiado en el conflicto en cuanto a los métodos utilizados, pero sí han cambiado dos cosas importantes. La disminución del apoyo a los sistemas de defensa aérea ucranianos y el perfeccionamiento de tecnología empleada por Rusia. Eso ha tenido como consecuencia el aumento de tasa de civiles muertos por parte de Rusia. Y es posible que esa tendencia se mantenga o, incluso, se agrave.
Más de 60 colombianos han muerto en la guerra en Ucrania. Foto:AFP
Usted ha investigado los ataques cerca a centrales nucleares y el control que Rusia ha hecho, por ejemplo, de Zaporiyia. ¿Hay un riesgo de catástrofe nuclear?
No soy un científico nuclear, así que me cuesta decir cuán grave podría ser una catástrofe, pero lo que sí sabemos es que las plantas han sido fuertemente militarizadas. Han torturado a empleados de esos lugares y los ha reemplazado con sus propios científicos, lo cual hace que el ambiente sea extremadamente peligroso. Vemos riesgos reales y advertimos que Rusia se está acercando al riesgo de una catástrofe a una posibilidad tangible. Eso no significa que no sea evitable.
¿Qué perspectiva tiene usted del mundo actual y el desafío de lograr justicia con un sistema internacional en crisis que no logra evitar que estallen nuevos conflictos?
Definitivamente veo una crisis. Cada vez más, los Estados evitan criticar a quienes cometen violaciones graves del derecho internacional. Tienden a manejar sus relaciones de forma puramente transaccional, guiados por intereses estratégicos. Todo esto envía una señal peligrosa: que la impunidad está siendo tolerada y que podría convertirse en la nueva norma en los próximos años.
El Parlamento ucraniano echó para atrás una norma que comprometía la independencia de órganos anticorrupción en el país. ¿Cómo está la lucha anticorrupción en Ucrania en estos tiempos de guerra?
Es importante señalar que la legislación fue revertida. Esto demuestra que la sociedad civil todavía cuenta con herramientas reales para corregir algunos de los errores y equivocaciones que puede cometer el gobierno o el parlamento. No soy experto en anticorrupción, así que no puedo decir con precisión cuán grave es el problema de la corrupción en Ucrania. Como en cualquier otro país, el problema existe sin duda. Por lo que entiendo, algunas de las políticas implementadas durante el tiempo de guerra no ayudaron a que Ucrania fuera más transparente y libre de corrupción. Sin embargo, hubo otras —incluida la digitalización de muchos servicios estatales— que mejoraron la posición de Ucrania en la lucha contra la corrupción. Aunque la corrupción sigue siendo un problema, lo más importante que un observador externo debe comprender sobre Ucrania es que la sociedad civil y la comunidad experta todavía son capaces de influir y revertir las peores decisiones que socavan los compromisos anticorrupción del país.
Manifestación en Ucrania en reclamo de los prisioneros retenido por Rusia Foto:EFE