
Bolivia se dirige a un territorio desconocido a medida que se acercan las elecciones del 17 de agosto. El público se prepara para votar con una inflación interanual del 24 %, su nivel más alto en más de tres décadas, lo que convierte la carrera presidencial en una prueba impredecible para el sistema político y sus instituciones.
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Para los bolivianos es una experiencia completamente nueva ver encuestas que indican que dos líderes de la oposición de derecha, muy probablemente Samuel Doria Medina y Jorge Quiroga, podrían avanzar a una segunda vuelta el 19 de octubre. La razón, según sugieren las encuestas, es que las preocupaciones económicas ahora superan a las políticas para la mayoría de los bolivianos en medio de una crisis marcada por la escasez de dólares y de combustible y el aumento de la inflación.
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No importa quién gane las elecciones, el próximo presidente tendrá que implementar reformas dolorosas. Estas incluyen reducir un déficit fiscal que ha rondado el 10 % durante años, posiblemente triplicar los precios internos del combustible y negociar con prestamistas internacionales, como el Fondo Monetario Internacional (FMI), para asegurar los dólares necesarios para estabilizar la economía y el comercio exterior de la nación.
En un informe del 30 de mayo, el FMI también recomendó “eliminar el financiamiento monetario de los déficits fiscales”, señalando que el banco central del país ha financiado el déficit a pesar de las estrictas condiciones externas y el hecho de que la deuda pública ha aumentado al 95 % del PIB.
A principios de siglo y durante su primera década, los altos precios de las materias primas elevaron muchas economías de América Latina, y Bolivia se convirtió en el segundo mayor beneficiario del auge, solo detrás de Venezuela. Sin embargo, el país no fomentó suficiente exploración y los ingresos del Gobierno por gas se desplomaron; pese a esto, se han mantenido costosos subsidios.
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Los subsidios a los combustibles han sido una fuente importante de gasto, que asciende a casi US$ 3.000 millones anuales. Ahora, debido a la crisis fiscal, el Gobierno importa menos, lo que resulta en una escasez generalizada. Todos los principales aspirantes presidenciales están de acuerdo en que será necesario recortar los subsidios a los combustibles: las únicas preguntas son cuánto, qué tan rápido y qué tan intensamente protestará el público. Los precios del combustible podrían triplicarse sin subsidios.
Mientras tanto, el proceso de atracción de nuevas inversiones en el sector del gas podría llevar años.
La escasez de dólares estadounidenses ha afectado las importaciones en todos los ámbitos, empeorando la inflación de los productos básicos, incluidos los medicamentos. El tipo de cambio fijo mantenido por la administración Arce se ha vuelto insostenible. Por primera vez en 40 años ha surgido una tasa de dólar en el mercado negro (ronda los 14 bolivianos).
La escasez de dólares se ha vuelto tan grave que se ha afianzado un “corralito” bancario: los depositantes no pueden retirar dólares de sus cuentas y, en cambio, se les dan bolivianos a la tasa oficial. La devaluación ya es una realidad en la calle, y una dolorosa devaluación oficial parece casi inevitable.
Luis Arce (centro) desde el balcón del Palacio de Gobierno en Bolivia. Foto:AFP
Arce no ha logrado atraer dólares para enderezar el rumbo. Sus esfuerzos para aprobar contratos de litio que prometen una inversión de 1.400 millones de dólares de una empresa china y otra rusa, por ejemplo, se han estancado en la Asamblea Legislativa, debido en gran medida a las divisiones internas del partido gobernante. La situación no es mejor en el sector minero en general, las exportaciones de oro generan ingresos mínimos para el Estado, y la planta de hierro Mutún apenas ha comenzado a operar.
Todos los principales candidatos están de acuerdo en que para reforzar el suministro de dólares, el país necesitará obtener préstamos importantes. Los candidatos de la oposición se centran en el FMI y prestamistas multilaterales similares, mientras que Andrónico Rodríguez, el principal candidato izquierdista afiliado al MAS, se inclina por opciones como el Brics.
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Cualquier acuerdo requerirá compensaciones. Los préstamos multilaterales tradicionales exigirán importantes recortes del gasto, así como medidas para mejorar la transparencia de las finanzas públicas. También podría llegar a ser necesario cerrar empresas estatales deficitarias y despedir a varios empleados públicos, por ejemplo.
Seguidores del expresidente de Bolivia Evo Morales, participan en una campaña por el voto nulo. Foto:AFP
Estos desafíos esperan a quien se convierta en el próximo presidente. Si un candidato de la oposición gana y la derecha regresa al poder después de dos décadas en el desierto, las dolorosas medidas de racionalización amenazarán la estabilidad de la administración. Si el izquierdista Rodríguez prevalece, también puede enfrentar una mayoría hostil en la nueva legislatura. El camino para salir de la crisis económica de Bolivia será difícil para cualquier gobierno que tome forma.
Raúl Peñaranda, periodista boliviano y director del portal de noticias Brújula Digital.
RAÚL PEÑARANDA*
Americas Quarterly
La Paz.
* Periodista boliviano y director del portal de noticias Brújula Digital
Este artículo fue editado por motivos de espacio.