
El gerrymandering, o manipulación de distritos electorales para obtener ventajas políticas, no es nuevo en Estados Unidos. De hecho, a lo largo de las últimas décadas se ha agudizado a tal punto que es visto hoy como una amenaza directa a la democracia representativa en el país.
Pero el último esfuerzo del Partido Republicano para apropiarse de curules legislativas en Texas, a punta de trazos en un mapa, ha desatado toda una “guerra civil” que podría ser una grave estocada a su sistema electoral.
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La semana pasada, y tras un pedido del presidente Donald Trump, los republicanos en este estado, que controlan la Cámara, el Senado y la Gobernación, presentaron una nueva distribución de sus distritos electorales que les permitiría ganar hasta 5 curules adicionales para la Cámara de Representantes en las próximas elecciones de mitad de término. Estos comicios en Estados Unidos están previstos para noviembre del 2026.
Los demócratas de Texas abandonaron el estado y rompieron el quórum. Foto:@factpostnews/X
Actualmente, los republicanos ya controlan claramente 25 de los 38 asientos que se les asignan a Texas para la Cámara baja, mientras que los demócratas tienen la supremacía en 11 (y hay otros dos en este momento ocupados por republicanos, pero que se consideran distritos indecisos).
Eso gracias a esfuerzos de “gerrymandering” pasados que permitieron agrupar a más demócratas en un solo distrito, diluyendo así la representación electoral.
La composición actual es ya de por sí una deformación de la realidad en Texas: pese a que Trump se llevó solo el del 56 por ciento del voto en las pasadas elecciones en este estado, gracias al “gerrymandering”, los republicanos obtuvieron el 71 por ciento de todas las curules disponibles.
Pero en el nuevo mapa que presentaron para su aprobación, el partido pasaría a controlar por lo menos 30 de las curules. Es decir, casi un 80 por ciento de los asientos.
Donald Trump, presidente de Estados Unidos. Foto:ANGELA WEISS / AFP
¿Por qué es polémica esta táctica en Estados Unidos?
La maniobra es altamente polémica por dos razones. En primer lugar, la ley establece que la redistribución de distritos -una práctica común para ajustar los cambios demográficos- se hace cada diez años tras el censo nacional. Dado que el último se realizó en 2020, Texas estaría modificando su mapa a mitad de camino (aunque no hay una norma que lo prevenga).
Esto es la guerra. Estamos en guerra y toca quitarse los guantes.
En segundo lugar, porque más allá del desbalance ya mencionado (acaparar el 80 por ciento de las curules cuando solo se tiene el 56 por ciento del voto) su objetivo parece temerario.
En este momento, los republicanos tienen el control, pero su ventaja es mínima (219 curules frente a 212 de los demócratas con cuatro vacantes, de las cuales tres deberían ser asientos demócratas). En otras palabras, solo 5 escaños los mantienen en el poder.
Gran parte de la agenda legislativa de Trump depende de que el partido sea mayoría en la Cámara Foto:AFP
Dado que el partido que está en el poder en la Casa Blanca suele perder terreno en las elecciones de mitad de término, el cambio en Texas mejoraría sus chances de retener la mayoría.
Adicionalmente, gracias a las redistribuciones pasadas, las elecciones en la Cámara han perdido competitividad. De hecho, entre sus 435 asientos solo el 8 por ciento tiene posibilidad real de cambiar de bando, pues el resto ha sido “blindado” a través del “gerrymandering”, haciendo casi imposible el triunfo de un rival.
Trump, para sumar, les ha pedido a otros estados donde los republicanos son mayoría que cambien también sus mapas para favorecerlo en las próximas elecciones.
Más de 50 demócratas abandonaron Texas
Esta semana, y para impedir la votación, más de 50 demócratas abandonaron el estado y se asilaron temporalmente en estados controlados por demócratas mientras expira el plazo de la sesión especial que se convocó para aprobar el nuevo mapa.
Pero Gregg Abbott, el gobernador de Texas, emitió órdenes de arresto contra los legisladores y anunció un proceso para destituirlos si no regresan al capitolio.
Video compartido por el congresista Hakeem Jeffries sobre los demócratas abandonando Texas. Foto:@RepJeffries/X
Aunque es improbable que lo logre, al menos en el corto plazo, la maniobra de los demócratas no parece sostenible a futuro, pues Abbott puede convocar a sesión especial las veces que sea necesario, forzando a los demócratas a permanecer asilados de manera indefinida para sostener el desafío.
Si bien el mapa podría ser demandado ante las cortes, los prospectos de esa querella tampoco son los mejores. Eso porque una sentencia de la Corte Suprema de Justicia del 2019 -cuando se presentó un caso semejante- determinó que era un tema político que le correspondía a los estados y en el que las cortes federales no podían intervenir.
Aunque las cortes estatales sí pueden tomar cartas en el asunto, en el caso de Texas estas también están controladas por jueces de corte conservador que tienden a favorecer a los republicanos.
Los demócratas en otros estados populosos como California, Nueva York e Illinois, donde son mayoría, han prometido responder con la misma moneda y redibujar sus mapas para favorecerlos en las próximas elecciones y compensar las alteraciones en Texas y otros que sigan por este mismo camino.
Las elecciones de medio término están previstas para noviembre del 2026. Foto:iStock
“Esto es la guerra. Estamos en guerra y toca quitarse los guantes. Con todo respeto de las personas que defienden el buen gobierno, la política es un proceso y el terreno ha cambiado de manera dramática y sería una vergüenza que ignoremos esto y nos aferremos a los mensajes del pasado. Esa era terminó. Trump la eliminó para siempre”, dijo este martes en tono desafiante Kathy Hochul, la gobernadora de Nueva York, en una rueda de prensa con los congresistas de Texas.
Con todo respeto de las personas que defienden el buen gobierno, la política es un proceso y el terreno ha cambiado de manera dramática y sería una vergüenza que ignoremos esto y nos aferremos a los mensajes del pasado.
Y lo mismo dijeron otro, como el gobernador de California, Gary Newsom, que prometió un referendo en noviembre para modificar el mapa electoral.
Pese a sus promesas de retaliación, las opciones reales de los demócratas son más limitadas, pues estos estados -precisamente para evitar la manipulación política y subrepresentación de sus electores- han aprobado normas que hacen mucho más difícil la modificación.
En el caso de Nueva York, para citar un ejemplo, tendrían que modificar la constitución estatal a través de un proceso que tardaría meses y no garantizaría el nuevo mapa para las próximas elecciones.
Pero, de fondo, lo que han desatado Texas y Trump es un tema mucho más neurálgico.
Aunque el “gerrymandering” en Estados Unidos es extensivo y los demócratas también lo han usado en el pasado para consolidar sus mayorías, el horizonte es un país totalmente atomizado en términos políticos y donde las mayorías -y el poder- no lo definen las urnas sino quien tenga en la mano el bolígrafo para dibujar los mapas.
Elecciones en Estados Unidos Foto:AFP
Breve historia del ‘gerrymandering’ en Estados Unidos
El término es una invención periodística que se gestó a comienzos del siglo XlX en Massachusetts cuando el gobernador del estado, Elbridge Gerry, decidió modificar el mapa de los distritos.
Gerry estaba preocupado por que su partido no lograba la victoria en los distritos del norte y el oeste del estado y decidió unificarlos para que obtuvieran menos escaños en la legislatura.
Los periodistas que observaban el nuevo mapa electoral se percataron de que el nuevo distrito creado tenía la forma de una salamandra (salamander en inglés) y desde entonces lo comenzaron a llamar “gerry-mander” en alusión a su autor y la forma.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington
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