
miércoles 06 de agosto de 2025
En Congresos, fracaso de una tesis (o, ¿acaso soy una bruja y mi madre es el diablo?) (2024), Belén Ciancio convierte el proceso de una tesis en una práctica performativa que revela las lógicas de exclusión del ámbito académico y cuestiona sus mecanismos de validación. En lugar de construir un relato, lo desarma. La estructura se quiebra desde la experiencia misma del fracaso: una cámara en fuga, una voz sin destinatario, una imagen que resiste al archivo.
El montaje conecta cuatro congresos en tres continentes, pero no para mapear un itinerario, sino para evidenciar que el saber institucional se sostiene en jerarquías, silencios y precarización. La película no representa una tesis, sino el sistema que la bloquea, la obliga a repetirse y finalmente la rechaza.
El film, un ensayo experimental, plantea que el conocimiento no emerge de la claridad, sino de la tensión. El cuerpo, la voz, la extranjería y la disidencia de género no se explicitan, sino se manifiestan como rupturas formales. Ciancio ensaya una crítica epistemológica sin solemnidad, donde no hay teoría enunciada, sino imágenes fragmentadas. La tesis fracasa porque no encaja en el molde, y ese desajuste activa el gesto artístico.
En lugar de filmar el saber, Ciancio filma la imposibilidad de producirlo dentro del sistema. Lo que emerge es una película que no busca ordenar la experiencia sino sostener su inestabilidad, una apuesta ética y política por un cine que se construye desde la grieta, no desde la norma.