
miércoles 06 de agosto de 2025
La hora de la desaparición (Weapons, 2025) cambia de protagonistas, muta de tono, se reinventa en cada bloque como si fuera un rompecabezas narrativo cuya imagen final recién se revela en el epílogo. Este recurso de relatar una misma situación desde múltiples ópticas, ha sido explorado hasta el hartazgo en el thriller o en el drama judicial, pero no tanto en el cine de terror. Esto funciona de maravilla porque es la columna vertebral del relato: Cada fragmento suma una capa más a la historia.
En una sola noche, todos los niños de una clase desaparecen de manera inexplicable, excepto uno. La comunidad queda sumida en la incertidumbre, intentando descubrir quién o qué es responsable de estas extrañas desapariciones.
Narrativamente, lo que propone el film protagonizado por Josh Brolin, Julia Garner, Alden Ehrenreich, Austin Abrams, Cary Christopher, Benedict Wong y Amy Madigan, es intrigante: ¿qué pasa cuando una desaparición se convierte en mito urbano, en relato compartido desde diferentes voces, desde distintos traumas? ¿Qué lugar ocupa la verdad en un contexto donde todos tienen su versión? Y más aún: ¿qué lugar ocupa el miedo cuando se vuelve colectivo, difuso, casi folclórico?
Con una estructura fragmentaria como esta, era muy fácil que la película se deshilachara. Pero no, hay cohesión, hay ritmo e incluso cuando la duración empieza a pesar, hay una lógica interna que sostiene el relato. El montaje no solo se ocupa de hilar los bloques, sino de mantener el suspenso respirando bajo cada escena.
No será una obra maestra ni tampoco lo pretende ser pero si respeta a su espectador, apuesta por una complejidad estructural sin volverse pretenciosa y confía en el cine como medio para contar y no solo para impactar, además de confirmar que Zach Cregger es mucho más que una promesa.