
Estas modificaciones, que afectan a más de 8,5 millones de personas, marcan un giro en la política alimentaria de varios gobiernos estatales.
Texas, por ejemplo, prohibirá el uso del SNAP para comprar refrescos, bebidas energéticas, dulces y postres preparados. En contraste, en Virginia Occidental solo se vetarán los refrescos, mientras que en Luisiana se eliminarán los refrescos y dulces.
La lógica detrás de las exenciones SNAP
Según declaró el Secretario de Salud y Servicios Humanos, Robert F. Kennedy, “estas exenciones ayudan a que los alimentos reales vuelvan a ser el centro del programa”, y señaló que “durante años, SNAP ha financiado productos que alimentan las epidemias de enfermedades crónicas”.
Desde su perspectiva, los cambios apuntan a reducir el consumo de productos ultraprocesados y promover hábitos alimentarios saludables.
No obstante, diversas voces advierten que la raíz del problema no es el mal uso de los beneficios, sino la falta de acceso a opciones saludables.
Los cambios que se aproximan para el programa Snap. Foto:Archivo
Kavelle Christie, directora del Centro de Política Regulatoria e Innovación en Salud, sostuvo en diálogo con Newsweek que “en muchos desiertos alimentarios, las tiendas de conveniencia o cadenas de comida rápida son las únicas opciones reales”.
Aunque las medidas no se implementarán hasta 2026, organizaciones sociales ya advirtieron que podrían profundizar las desigualdades.
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