
El bully del norte nos concedió una prórroga de 90 días, pero ésta exige que México desmantele barreras no arancelarias, y además impuso un nuevo arancel del 50 por ciento al cobre, el cual entró en vigor antier, lo que afecta a Coahuila como segundo exportador después de Sonora, confirmando los tiros de precisión de Trump hacia nuestro estado, con impactos concretos en la Región Sureste, como lo confirma el anuncio de la planta Daimler de tractocamiones en Derramadero, de enrocar -para no mencionar la palabra despidos- a 500 trabajadores en otras empresas de la zona. Se trata de nuevos ramalazos que nos golpean directamente.
Nuestros mayores que se nos adelantaron -incluida mi madre-, cuando ocurría un golpe fuerte de consecuencias negativas, hablaban del ramalazo, palabra que traducida al presente, en México y en Coahuila en particular, se refiere a los aranceles impuestos por Trump. Las consecuencias de estas medidas podrían implicar el fin del modelo exportador de nuestra región basado en el sector automotriz.
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Dicho modelo, con 45 años de vigencia, colocó a Coahuila y a su Región Sureste en el mapa económico mundial. ¿Se agotó el modelo? Tal vez, pero nuestra historia nos enseña que, a pesar de las adversidades y siempre que exista el liderazgo adecuado, se pueden vencer todos los obstáculos. ¿Cuál podría ser el nuevo modelo de nuestra economía local? En mi opinión, sería uno basado en los servicios de alto valor agregado, compitiendo con talento y no con mano de obra barata, para lo cual será preciso reforzar al sector educativo en todos sus niveles, así como la ciencia y la tecnología.
Algunos servicios que podemos mencionar a manera de ejemplo serían los profesionales, los médicos, el turismo, etc. y tienen la ventaja de no estar sujetos a aranceles, al menos por ahora. Para garantizar el éxito se requerirá del esfuerzo conjunto del gobierno, los empresarios y la sociedad civil. El primero tendría como objetivos prioritarios garantizar la seguridad de los coahuilenses, haciendo cumplir la ley y el orden, así como brindar servicios de salud, atención al medio ambiente y obras de infraestructura. Hasta allí llegaría su actuar, pues dadas las limitaciones presupuestales, no se le puede exigir más.
Los empresarios emprendedores son quienes tomarían la estafeta de las nuevas inversiones y de la creación de empleos formales; serían los agentes protagónicos de la nueva economía. La sociedad civil jugaría un papel destacado en el nuevo modelo, vigilando que las decisiones tanto de los gobernantes como de los empresarios se traduzcan en el bien común, para que los frutos del progreso se distribuyan lo más equitativamente posible entre los grupos sociales, evitando la insultante concentración del ingreso en pocas manos, pues esto genera malestar en la población y es el caldo de cultivo de los políticos populistas.
Es preciso realizar las inversiones prioritarias en infraestructura, sin pasar por alto la urgencia de contar con un aeropuerto moderno, eficiente y funcional, que entre otros destinos, nos conecte con las principales ciudades de Texas, nuestro gran mercado potencial. Sin la terminal aérea, no sería posible tener resultados y todo quedaría en buenas intenciones. Se trata de una visión optimista, que requiere trabajo y planeación para traducirla en resultados tangibles. Frente a los ramalazos debemos sacar la casta.
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