
Existen pocos programas tan exitosos en términos de rescatar a un animal en peligro de extinción como los esfuerzos articulados por EU y México en un programa conjunto, enfocado al lobo mexicano. Prácticamente las personas terminaron con los animales en vida silvestre y se recurrió a los ejemplares que existían en zoológicos para reproducirlos y liberarlos paulatinamente con cuidado extremo.
El éxito significa que ya existen, el día de hoy, ejemplares nacidos en la naturaleza y que han sobrevivido, todos descendientes de unos pocos ejemplares.
Como cualquier evento biológico manipulado por las personas, ahora el programa presenta, según reportes de expertos, el problema de la endogamia en las poblaciones. Se han tomado algunas muestras genéticas y, aparentemente, la mayoría de los ejemplares están emparentados, hecho que era de esperarse dado su origen común, y no existen formas evidentes para resolver el problema que en pocas generaciones podría volver a poner en riesgo la supervivencia del animal.
Por otro lado, los avances en genética molecular y de poblaciones han puesto en evidencia lo que muchas personas sospechábamos en relación con el lobo y el perro doméstico, en el sentido de que no son dos especies diferentes, es decir, los lobos y nuestros perros son el mismo animal y simplemente unos han sobrevivido junto a las personas y los otros están sujetos a las leyes de la naturaleza.
El hecho de que se pueden reproducir indistintamente, dando como resultado individuos fértiles es otra prueba de dicha hipótesis, los llamados “perros-lobo” son fértiles. Bajo esta premisa, desde luego, hay mucho menos diferencia entre un lobo mexicano y un lobo gris; de hecho, resulta difícil distinguirlos y solamente una mirada muy experta puede notar la diferencia.
En el lado estadunidense, recientemente se pudo documentar el intento de una loba mexicana, liberada por allá en alguna zona del sur de Estados Unidos que ha tratado, por lo menos en tres ocasiones, viajar rumbo al norte; cruzando carreteras, lo que le representa un riesgo y los encargados del programa la han capturado en esas ocasiones para regresarla al entorno donde el programa tiene control de los ejemplares.
Pensemos un momento qué pasaría si la lobita pudiera viajar sin riesgos; evidentemente llegaría al territorio del lobo gris, probablemente favoreciendo la reproducción con ellos. Entonces, si hoy enfrentamos la endogamia como riesgo, ¿no sería adecuado permitir la reproducción entre el lobo gris y una variante del mismo que es el lobo mexicano?
Dejo la respuesta a los y las expertas, pero mi respuesta, desde el punto de vista ético, es que deberíamos favorecer dicha reproducción.