
El novelista y ensayista mexicano Carlos Fuentes (1928-2012) poseía una rica biblioteca dividida en dos sedes: 7 mil libros resguardaba en su departamento de Londres (Inglaterra) y 15 mil volúmenes están distribuidos en los tres pisos de su casa de San Jerónimo Lídice (CDMX).
Debido a su cariño por Veracruz, estado natal su padre, Rafael Fuentes, el autor de La región más transparente donó en vida su biblioteca a la Universidad Veracruzana (UV), que ya tiene el acervo de Londres y lo abrirá a más tardar en septiembre, comenta el investigador Jovany Hurtado en entrevista con Excélsior.
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Cuando Fuentes falleció, en su testamento especificó que toda su biblioteca se donaría a la UV, institución que puso el nombre de Carlos Fuentes Lemus a su biblioteca, en honor a su hijo”, explica.
Antes de la pandemia ya venía a México la biblioteca de Londres; pero se detuvo en el puerto inglés, donde estuvo varada. El año pasado, la señora Silvia Lemus, su viuda, y yo hicimos todas las gestiones con el gobierno y presionando por todos lados, y ya llegó la biblioteca. Ya está en Xalapa, catalogada y acomodada. Se planea inaugurarla en agosto o septiembre”, agrega.
La señora Lemus está pensando si se hace aquí en la ciudad una casa de estudio o algo así, en acuerdo con la UV. Pero apenas está viendo”, adelantó.
“FUENTES NUNCA SE REPETÍA” EN SU LECTURA
El especialista en la obra del Premio Cervantes 1987 señala que es interesante la distribución de los temas de cada biblioteca. “Fuentes nunca se repetía, son autores distintos. Empezó a vivir en Londres en los años 90, y a escribir allá. Todas sus novelas las hacía allá, porque decía que se podía concentrar mejor. Entonces, los títulos responden a lo que necesitó leer para escribir sus últimas novelas”.
Dice que en México están los autores que leía, latinoamericanos, ingleses, franceses; mucho Balzac y Alfonso Reyes. “Su casa de la CDMX se divide en tres pisos. En la parte de arriba están los títulos de historia de México y filosofía, y su obra. En medio tiene toda la literatura latinoamericana; en el antiguo cuarto de su hija Natasha está el cine, y en el de Carlitos, filosofía. Y en el piso de abajo tiene autores en inglés, francés, italiano y portugués”.
El maestro en Letras Mexicanas por la UNAM destaca que quien visite la biblioteca de Fuentes en la UV no sólo descubrirá qué leía, sino cómo lo leía, el trabajo que hay detrás, su código de lectura”.
Destaca que “primero rayaba los párrafos que le interesaban con tinta verde. Y, cada vez que subrayaba, iba poniendo una clave, RC, UC o una Q, y al final hacía anotaciones. La señora Lemus me pidió descifrarlas y concluí que RC era “revisar cita del autor”, UC era “usar cita para el libro” y la Q, question, cuestionaba alguna idea.
Era un lector profundo. Al final de cada libro que leía, escribía la fecha y el lugar donde lo leyó. A veces encuentras cartas en sus libros, dibujos –como uno que le hizo a la señora Silvia cuando estaba enferma, en el que aparece en la cama con sus hijos–. Sus libros son también una obra de arte”, concluye.
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*mcam