
No importa el escenario, es el tema recurrente que acapara la órbita de Donald Trump en las últimas semanas. En los jardines de la Casa Blanca, en una reunión bilateral en el Salón Oval, en un evento en Des Moines o en su llegada, hace una semana, al aeropuerto de Glasgow para una visita a Escocia. Cada vez que enfrenta a los periodistas, el presidente se ve obligado a responder preguntas sobre el errático manejo del caso Jeffrey Epstein, un terremoto aún de alcances desconocidos que amenaza con erosionar cada vez más el respaldo de las bases republicanas a su segundo gobierno.
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Maniobras distractivas, acciones judiciales, jugadas políticas en el Capitolio y acusaciones a los demócratas: nada parece estar dándole resultados a un visiblemente irritado Trump para contener el impacto de la saga que sacude a Washington, con nuevas revelaciones que surgen a diario y alimentan la convulsión política en Estados Unidos.
“Están haciendo un gran alboroto por algo que no es gran cosa”, insistió Trump en Escocia, consultado por enésima vez por el caso del delincuente sexual neoyorquino que se suicidó en prisión en 2019 (y con el que Trump interactuó en algunos espacios en el pasado).
“Me centro en cerrar acuerdos, no en teorías conspirativas como ustedes. Los observo y me da mucha pena. Deberían hablar del éxito de nuestro país, en lugar de estas cosas sinsentido de las que hablan una y otra vez”, agregó en un intento por mover el foco a la agenda de sus primeros seis meses de mandato. No lo está consiguiendo.
Epstein Foto:Efe
De acuerdo con las últimas encuestas, la decisión del Gobierno de dar marcha atrás a la publicación de nuevos documentos de la investigación sobre el delincuente sexual condenado provocó que una creciente cantidad de votantes republicanos hayan empezado a tomar distancia del presidente, que hasta hace no mucho gozaba de una lealtad inquebrantable entre sus seguidores.
Mientras que el 40 por ciento de los republicanos aprueban la gestión de Trump con relación al caso Epstein, el 36 por ciento la desaprueba, según una encuesta de la Universidad de Quinnipiac (Connecticut). Este es quizás el mayor nivel descontento dentro del partido que ha experimentado Trump como presidente sobre un tema en particular.
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A nivel general, casi dos tercios de los estadounidenses rechazan la gestión del caso Epstein, según el citado sondeo, al que se suma otro publicado por el Emerson College, que va en la misma dirección: solo el 16 por ciento aprueba el manejo.
La explicación
“La base está enojándose con Trump por la gestión del caso Epstein. Lo que diferencia esto de otras batallas es que, cuando tuvo disputas políticas en Washington, o donde fuera, siempre se mostró como el defensor de sus bases, y el enemigo siempre ha sido el Estado profundo, los otros políticos. Por eso mantuvo la fidelidad durante la mayor parte de sus conflictos”, señaló a este corresponsal David Paleologos, experto en análisis de encuestas y director del Centro de Investigación Política de la Universidad de Suffolk.
En el pasado, Donald Trump (d) y Jeffrey Epstein (i) interactuaron en algunos espacios. Foto:Bloomberg / Getty Images
“Sin embargo, el caso Epstein es diferente porque Trump está abandonando lo que dijo que haría. Y ahora se está empezando a formar una brecha de autenticidad, en la que se lo empieza a percibir como uno más del resto de los políticos”, explicó el analista, que pone el foco de este descontento en el corazón del movimiento Maga (Make America Great Again).
El caso Epstein es diferente porque Trump está abandonando lo que dijo que haría. Y ahora se está empezando a formar una brecha de autenticidad, en la que se lo empieza a percibir como uno más del resto de los políticos
David PaleologosExperto en análisis de encuestas y director del Centro de Investigación Política de la Universidad de Suffolk.
Muchos partidarios del presidente quieren que el Gobierno haga públicos los archivos secretos sobre Epstein, que, según las autoridades, se suicidó en su celda en la prisión de Nueva York hace seis años mientras esperaba el juicio por tráfico sexual. La sospecha es que el financista era el nexo de una oscura red de personas poderosas e influyentes que cometían todo tipo de abusos sexuales y, por tanto, ‘sabía demasiado’.
Los funcionarios de la administración Trump, como la fiscal general Pam Bondi, que en su momento alimentaron las teorías conspirativas sobre el caso, ahora insisten en que no hay nada más que revelar, una postura que generó escepticismo debido a la antigua amistad que Trump mantenía con Epstein en los años en los que ambos coincidían en la alta sociedad neoyorquina.
“Al observar a Trump, parece un hombre aterrorizado, que intenta ocultar algo. No entiendo muy bien por qué, porque me cuesta creer que haya algo que realmente pueda afectarlo dado el poder que ha consolidado”, dijo el politólogo Chris Edelson, experto en temas de gobierno de la American University, en Washington.
“Pero creo que la razón por la que esto se percibe como un problema es porque sus seguidores se han dejado fascinar por estas teorías conspirativas sobre Epstein”, añadió el experto.
La activista Laura Loomer, muy cercana a Trump y que ganó prominencia en los círculos políticos de la derecha de Estados Unidos, le pidió al presidente que despidiera a la fiscal general. “Nos prometieron transparencia sobre los archivos de Epstein. En cambio, nos encontramos con Bondi”, escribió en X. “Las bases están furiosas, y con todo el derecho a estarlo. No se trata de ratings ni de frases ingeniosas. Se trata de resultados”, amplió.
Cambio de enfoque
Trump, que busca despegarse de la crisis, negó repetidamente tener conocimiento previo de los delitos de Epstein, afirmó que rompió su relación con él hace mucho tiempo y apuntó sus dardos contra los demócratas, a los que acusa de alimentar la crisis para debilitarlo.
Su último objetivo fue el expresidente Bill Clinton: “Deberían estar hablando de Bill Clinton, que fue a la isla 28 veces. Yo nunca fui. Todo es falso con los demócratas. Son unos enfermos”, le respondió Trump a un periodista, en referencia a la isla privada que Epstein tenía en Little St. James, parte de las Islas Vírgenes estadounidenses en el Caribe, donde se habrían cometido todo tipo de abusos sexuales.
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Su acusación llegó horas después de que The Wall Street Journal revelara que Trump no habría sido el único presidente en enviar una carta a Epstein para su cumpleaños 50 (en 2003), tras una publicación del mismo diario a mediados de julio.
“El nombre más importante del álbum” fue el de Clinton, señaló The Wall Street Journal. La carta –que alimentó las teorías conspirativas sobre el caso– aparecía junto a casi medio centenar de otras, escritas por celebridades, empresarios y figuras influyentes del mundo político y financiero.
El mismo diario reveló el 23 de julio que la fiscal general le había avisado meses atrás a Trump que su nombre aparecía en los archivos del caso Epstein. El presidente salió a desmentirlo. “No, nunca fui informado”, aseguró en suelo escocés.
Respuesta republicana
“Los demócratas ven que Trump está asustado y piensan que es algo que pueden utilizar para generar un foco de atención y presionarlo”, indicó Chris Edelson. “Y los republicanos están tan asustados que por eso cerraron la Cámara de Representantes con antelación y se fueron a casa”, añadió, en referencia a la decisión del presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, de interrumpir el 22 de julio pasado la actividad legislativa, antes del receso de verano, para evitar una votación sobre la publicación de archivos relacionados con Epstein.
“La actuación de Johnson fue cobarde. Su orden no representa los deseos de los votantes Maga, la mayoría de los cuales quieren que se publiquen los archivos de Epstein”, escribió el estratega demócrata Max Burns.
Ese fue solo uno de los episodios de la saga, plagada de revelaciones, acusaciones y hasta una declaración judicial de dos días de Ghislaine Maxwell, expareja de Epstein, en Tallahassee, donde cumple una pena de 20 años tras su condena en 2021 por tráfico sexual y otros delitos por facilitar el abuso sexual del financista a menores de edad.
Donald Trump. Foto:AFP
El abogado de Maxwell, David Markus, afirmó que a su clienta le preguntaron por “quizás 100 personas diferentes” durante su entrevista con el fiscal general adjunto, Todd Blanche, el 24 y 25 de julio, y que ella respondió a todas las preguntas.
Algunas de las voces más destacadas del movimiento Maga afirman que Maxwell tiene información privilegiada que ayudaría a las autoridades a llevar ante la Justicia a presuntos implicados de las élites en este caso. “Ella es la piedra Rosetta. Lo sabe todo”, afirmó en Fox News Alan Dershowitz, un exabogado de Epstein y Trump. “Ella organizó todos y cada uno de los viajes, y si se le concediera la inmunidad, se la podría obligar a testificar”, añadió.
El presidente ha admitido que aunque tiene la potestad de indultar a la expareja y cómplice de Epstein, no es algo que haya contemplado. “Obviamente, no es momento para hablar de indultos”, señaló.
Un funcionario de la Casa Blanca, que pidió mantener el anonimato para hablar de la estrategia interna, dijo a la agencia Associated Press que Trump está tratando de mantenerse centrado en su agenda y, al mismo tiempo, demostrar cierta transparencia en el caso.
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El presidente ha instado a los republicanos a bloquear las solicitudes de publicación de los documentos por parte de los demócratas en el Capitolio, aunque también ordenó al Departamento de Justicia que divulgara información adicional con la esperanza de aquietar las aguas. En un revés para su estrategia, un juez federal de Florida rechazó el pedido del Departamento de Justicia para revelar las transcripciones de un gran jurado sobre el caso criminal de Epstein en ese estado.
Trump intenta que el escándalo –el desafío más serio a su autoridad sobre el movimiento Maga– se traduzca lo menos posible en pérdida de votos.
David Paleologos apunta que, más allá del impacto en los republicanos, que no es menor, “son los independientes las personas que más está perdiendo en las encuestas”, sobre todo entre los hombres. Y dado que “ese es el electorado más importante para los comicios de mitad de mandato del año próximo, esto, para el juego político de supervivencia, podría ser un problema crucial”, agregó el experto.
Mientras tanto, el huracán Epstein sigue tomando impulso y cada vez es más difícil visualizar cómo el presidente podrá aplacarlo.
Guillermo Idiart – Corresponsal de La Nación (Argentina) -Washington
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