
Cuando cae el otoño (Quand vient l’automne, 2024) es un drama atrapante que no clausura su interpretación, sino que dejará pensando al espectador. La historia se sitúa principalmente en un paisaje rural en Borgoña, donde Michelle (Hélène Vincent) en su retiro, dedica su tiempo libre a su jardín. Michelle lleva una vida muy solitaria, solo tiene la compañía ocasional de su amiga de toda la vida Marie-Claude (Josiane Balasko). En el “Día de todos los santos” espera la visita de su hija Valérie (Ludivine Sagnier) y de su nieto Lucas, pero nada ocurrirá como estaba previsto.
Al llegar su familia listos para pasar unos días con ella, es notable que Michelle posee una hermosa relación con su nieto, mientras que por el contrario con su hija la relación es tirante. Valérie al parecer solo tiene interés en los bienes materiales de su madre, de quien ha recibido ayuda y sin embargo continúa haciéndole reclamos y reproches, como si quisiera su herencia en vida. Su actitud hacia su madre es fría e instantáneamente causa rechazo en el espectador, porque Michelle mantiene una actitud muy cariñosa hacia su nieto Lucas. Previamente a su llegada Michelle había cocinado con unas setas silvestres que recogió amorosamente, sin embargo éstas resultan tóxicas ocasionando una descompensación en Valérie. Parece que en el cine Francés actual, los hongos cobran protagonismo si pensamos también en la reciente Misericordia (Miséricorde, 2024) de Alain Guiraudie, ambas películas involucran la muerte y los paisajes alejados de las grandes urbes.
Retomando el filme en cuestión, a partir de allí la ambigüedad en el relato crece, por una lado, la narración da señales de ciertos problemas de salud y distracción o desorientación mental de Michelle, mientras que más avanzada la historia a partir de un hecho traumático, ella parece recobrar la lucidez. La vida de la familia de Michelle no sólo cambia con su reencuentro, sino también con la reaparición de Vincent (Pierre Lottin), el hijo de Marie-Claude, quien después de varios años sale de la cárcel y vuelve a vivir con su madre, muy cerca de Michelle.
Mientras que Vincent -a pesar de su pasado criminal- se muestra cariñoso y respetuoso hacia ambas mujeres, Valérie desprecia el pasado que une a éstas amigas. Al respecto, la brillantez de la narración reside en ir dosificando el por qué de ese rechazo paulatinamente. Después entenderemos porqué el filme comienza con Michelle en una Iglesia donde se hace mención a María Magdalena como una “mujer pecadora”, lo cual funciona como una metáfora del pasado de Michelle (ambos nombres tienen M como inicial). Sin embargo, a pesar del pasado de su madre que Valerie tanto repudia, en cambio no rechaza los bienes económicos que ha cosechado Michelle.
El director de Bajo la arena (Sous le sable, 2000), 8 mujeres (8 Femmes, 2002), Joven y bella (Jeune et jolie, 2013), Mi crimen (Mon crime, 2023), entre muchas otras; una vez más esbozará ideas interesantes sobre la culpa, la muerte y los presuntos asesinatos. Según expresó Ozon en el tono de Albert Simenon, un autor que admira. Su filme reflexiona sobre los dilemas morales, sobre los matices entre el bien y el mal, pero también sobre las segundas oportunidades. Sobre personas que como dice uno de los personajes “quiere hacer lo correcto pero hace lo incorrecto”.
Por último esta gran película que tiene un gran manejo de la tensión y el suspenso, tiene la audacia de plantear que las prostitutas también tienen derecho a envejecer. En palabras de su realizador: “Mi intención era filmar a actrices de cierta edad, mostrar la belleza de sus arrugas, que reflejan sus vivencias y el paso del tiempo (…)Me horroriza lo rápido que los mayores están desapareciendo de la sociedad y de las pantallas. Quise contrarrestar esto filmando a actrices de setenta y ochenta años, que lucen con orgullo su edad y la aceptan sin artificios. Algunas veces me venía a la mente el momento en que estaba a punto de rodar Bajo la arena con Charlotte Rampling -que tenía solo 50 años entonces- y ya me decían: ¨Es demasiado mayor, no le va a interesar a nadie¨”. Acertadamente, Cuando cae el otoño es un filme que deja al espectador evaluando sus ambigüedades y que no pasa por desapercibida, es de esas películas que se quedan en uno.