
En la tertulia pasada de este Café, le hablé de un libro de una buena colección editada en su momento por el CNCA, es “Tercer Milenio”. Libro de 1999, el cual hoy se agiganta por lo bien editado, la calidad de sus textos, la investigación iconográfica, lo esquemático de su propuesta, lo cual nos da un rápido y fiel panorama de algo lo cual está en boca de todo el mundo, y más en México: las drogas.
Lectores atentos como usted, quien hace el favor de leerme, han pedido de nuevo la ficha completa y en dónde se puede adquirir. En lo primero puedo cumplir: le doy de nuevo la ficha del libro, el cual en su momento valía apenas unos cuantos pesos. En cuanto a lo segundo, como ni librerías hay en el pueblo y en la vecina Monterrey; las pocas abiertas tienen eso llamado best sellers o están atiborradas de libros de “superación personal” (vaya usted a saber de qué tratan al día de hoy o del significado de este conjunto de libros basura), pues es difícil o casi imposible encontrar este tipo de buenos y documentados libros.
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Imagino se puede conseguir con las grandes compañías, las cuales venden por internet desde un tornillo, una tuerca, un auto o un libro. Va la ficha completa:
“Las Drogas”, de Gloria Valek Valdés, académica de la UNAM y maestra en Historia por la Universidad de Cambridge, Inglaterra. Volumen de apenas 64 páginas, pero es fuego puro, como información rápida, comprimida y justa.
Lo repito: estados alterados. Una vida mejor a esta. ¿Se puede estar mejor aquí sin estar aquí? Pues al parecer sí y no. Son los estados alterados, los cuales se logran la mayor parte del tiempo mediante drogas. Naturales en la antigüedad, sintéticas y brutales hoy en día. Y caray, en este opúsculo se abordan, de manera concisa y suficiente, las drogas, las cuales en su momento y en la historia de la humanidad nos han habitado. Se ha consumido: para bien y para mal.
Muy rápido y una parte del índice a leer: “Las drogas en la historia”, “Consumo masivo”, “Efectos de las drogas en el cuerpo humano”, “El mercado, las leyes, el tratamiento y la investigación”. Y caramba, reitero, no obstante los capítulos son muy cortos y compendiados, nos dan un panorama real, bien escrito y bien documentado. Agregue usted una excelente investigación iconográfica. ¿Todo tiempo pasado fue mejor? Tal vez. Le repito la fecha de la edición de esta bella colección, la cual hoy vale oro: años noventa del siglo pasado.
La obra de arte es eso, arte y trabajo; arte el cual surge de la disciplina, del talento y del trabajo. Cuando las musas llegan es necesario estar dispuesto a recibirlas, aunque acaben con nuestro ineficaz aplomo y serenidad. En apariencia sencilla la siguiente tirada de naipes: la obra de arte llega cuando se presentan las musas (la inspiración) y sólo hay necesidad de sentarse ante la mesa y recibir su dictado. ¿Es verdad o mentira lo anterior? Sin paradoja de por medio: si y no.
El arte nace de una intensa pasión (placer y dolor a la vez), pero a la pasión es necesario obedecerla siempre mediante un vigoroso trabajo y disciplina. Si no llegan las musas, ¿a quién recurrir? Cuando la inspiración nos deja por otro creador más apuesto y dedicado, ¿a quién tocar la puerta? Al parecer, y para muchos creadores, el tantear la puerta de las drogas y estimulantes es volver a convocar a las siempre escurridizas e infieles musas; el entrar en estos estados alterados es casi sinónimo de creación, en pocas palabras: es la estimulación artificial de la creatividad.
ESQUINA-BAJAN
Llegamos y rápido a un punto rápido de coincidencia y origen: en su momento, y desde siempre, estos estados alterados conducían a dios o dioses. El crearlos de la nada, de la indignación, pues. Alterar la mente y nuestro cerebro mediante hierbas, consumo de cosas naturales, hongos, potajes, manzanas podridas. Era entonces cuando se “veía o accedía” a un conocimiento superior (en teoría) y se podía hablar con dios o con dioses.
Alucinaciones, pues. Y de aquí, y no de otra manera, los poetas inventaron a Dios y los dioses, los cuales nos pueblan. Las drogas son alucinógenas, también son curativas… pero hoy llevan a la tumba por ser, ya casi todas, sintéticas y de un poder devastador.
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Usted lo sabe, siempre William Shakespeare. El dramaturgo más grande la humanidad nos ilustra; en “Enrique IV” escribió: “Puedo convocar a los espíritus del infinito./ Claro que puedo hacerlo,/ y cualquier otro también;/ ¿pero acudirán cuando yo los convoque?”. Estos “espíritus del infinito” tratarán de revivir la rosa agonizante de la creación artística cuando esta ya no se presenta tan a menudo como el artista quisiera.
Para mantener viva la inspiración, o bien sea la urdimbre básica de la obra misma, el creador acudirá puntual a la estimulación artificial de los sentidos. Ya agoté el espacio, pero en la próxima sesión de nuestro café, le contaré de varios artistas (escritores, poetas, músicos) los cuales utilizaron diversos tipos de drogas y brebajes para lograr estados alterados y crear su obra de arte.
LETRAS MINÚSCULAS
¿Lo lograron plenamente? Aquí lo abordaremos crecidamente. Y usted tendrá su mejor opinión al respecto. Un ejemplo harto socorrido y genial: Charles Baudelaire y su uso del láudano.