El mes de julio que termina marcó el entierro de la agencia estadounidense para el desarrollo, conocida como Usaid, que durante 64 años fue la cara amable de la no siempre cordial presencia de los Estados Unidos en los países del Tercer Mundo.
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Vista del logo de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID). Foto:Orlando SIERRA / AFP
Mientras el secretario de Estado, Marco Rubio, justificaba la decisión al decir que una “era de ineficiencia ha llegado a su fin”, la prestigiosa revista científica The Lancet advertía hace pocos días que el fin de los programas de Usaid puede dejar unos 14 millones de muertos de aquí a 2030, un tercio de los cuales corresponderá a niños menores de 5 años.
Según el estudio, las consecuencias tendrán dimensiones comparables “a una pandemia mundial o un gran conflicto armado”. Con la diferencia de que, en este caso, “la crisis se derivaría de una decisión política consciente y evitable, cuya carga recaería desproporcionadamente sobre los niños y las poblaciones más jóvenes, y cuyas consecuencias podrían repercutir durante décadas”, indica el grupo de investigadores liderado por expertos de Estados Unidos y Brasil.
El presupuesto de Usaid para 2025 rondaba los 70.000 millones de dólares, una doceava parte del gasto de defensa, y menos del 1 por ciento de los gastos e inversiones totales del gobierno federal y sus agencias. Pero permitía que Washington hiciera una presencia directa de ayuda al desarrollo e impulsara labores humanitarias en más de 130 países.
La crisis se derivaría de una decisión política consciente y evitable, cuya carga recaería desproporcionadamente sobre los niños y las poblaciones más jóvenes, y cuyas consecuencias podrían repercutir durante décadas
Entre los programas más destacados estaba el de lucha contra el VIH, lanzado en 2003 por el gobierno de George W. Bush, que apoyaba a más de 20 millones de personas en el planeta –incluidos 600.000 niños–, entre otras cosas, con terapia antirretroviral, y que en 2024 hizo 84 millones de pruebas de VIH.
Son muchos los campos afectados. Los expertos creen que más de 600.000 personas podrían morir cada año por cuenta del desmonte de la agencia.
Según un estudio de la Universidad de Boston, citado hace pocos días por El Mundo de Madrid, habría 10 millones de casos adicionales de malaria cada año.
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Un análisis de Oxfam –confederación de ONG con programas humanitarios en 90 países–, 23 millones de niños en el mundo se quedarían sin educación primaria y 95 millones de personas perderían asistencia en salud básica.
Imagen de referencia. Los camiones que transportan ayuda humanitaria para la Franja de Gaza. Foto:KHALED ELFIQI. EFE
El informe de The Lancet, anota El Mundo, “estima que los programas de Usaid han salvado más de 90 millones de vidas en las últimas dos décadas, y los investigadores creen que si los recortes de la administración Trump continúan hasta 2030, más de 14 millones de personas que de otro modo habrían sobrevivido, podrían morir”.
Al secretario Rubio no lo conmueven estas cifras. Piensa que “Usaid tiene poco que mostrar desde el fin de la Guerra Fría”. Al anunciar el cierre definitivo de la agencia, aseguró que sus compatriotas “no deberían pagar impuestos para financiar gobiernos desfallecientes en países lejanos”, una referencia que el diario francés Le Monde sostiene que iba dirigida a África, de lejos el continente más afectado por el fin de Usaid.
Según cifras de Rubio, los países africanos recibieron 165.000 millones de dólares desde 1991, pero votó con Estados Unidos menos del 30 por ciento de las resoluciones aprobadas por la Asamblea General de la ONU en ese mismo período.
Agencias de la ONU ya se ven golpeadas por el cierre de Usaid
Como lo reconoce la analista Laurence Caramel, especialista de Le Monde en el Tercer Mundo, “nadie le niega a Donald Trump el derecho a cuestionar la eficacia del sistema de cooperación internacional, su burocracia, sus efectos perversos en materia de dependencia o su costo para las finanzas públicas americanas”. Pero Caramel critica “la brutalidad con la que procedió”.
Como ella, son muchos los analistas que cuestionan que Washington carezca de un plan B que evite o al menos mitigue el desastre social que viene, en especial en África, al desaparecer la agencia creada por John F. Kennedy en 1961.
Un tercio de la asistencia humanitaria recibida por el continente provenía de Usaid. Buena parte se concentraba en seis países que viven situaciones críticas: Etiopía, Sudán del Sur, Nigeria, Uganda, Kenia y República Democrática del Congo, que hacían parte de la lista de las 10 naciones del mundo que más ayuda recibían de la desaparecida agencia.
Nadie le niega a Donald Trump el derecho a cuestionar la eficacia del sistema de cooperación internacional, su burocracia, sus efectos perversos en materia de dependencia o su costo para las finanzas públicas americanas
Laurence CaramelEspecialista del diario Le Monde
“En estos casos, hay que recordar la promesa de Trump de no aplicar recortes a la asistencia a poblaciones en alto riesgo de hambruna –le dijo a EL TIEMPO una fuente diplomática europea en París–, una promesa que, a la luz de la eliminación definitiva de Usaid, está siendo incumplida”.
A todo esto hay que agregar la baja en las contribuciones de Estados Unidos a decenas de programas de ayuda humanitaria y social, impulsados por Naciones Unidas. En los campos de la salud, la educación, la nutrición, el cambio climático y los desastres naturales, la ONU ha perdido más del 25 por ciento de los recursos con que contaba hasta hace pocos años.
Medicamento contra el VIH. Foto:Ministerio de Salud
La fuente diplomática agregó que “la desfinanciación del Programa Mundial de Alimentos afecta duramente a las poblaciones más vulnerables de Mauritania, Mali, República Centroafricana y otros países del África central y del oeste”. Según Le Monde, las directivas de ese programa ya advirtieron que su stock de alimentos se va a agotar en septiembre y en estos momentos no hay cómo surtirlo.
La lucha contra enfermedades como la poliomielitis, que gracias a un programa iniciado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 1988 apuntaba hasta hace poco a una erradicación total de ese mal, también está siendo golpeada, y en este caso por el efecto combinado del freno de los planes de Usaid en ese campo y la desfinanciación de la OMS, de la que Trump decidió en enero retirar a su país. “El objetivo de acabar con la polio fue pospuesto para 2029, y esa fecha está sujeta a revisión ahora que más de 100 millones de dólares de Estados Unidos dejarán de llegar a la OMS para esta batalla”, explicó la fuente europea.
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La ofensiva China
En el caso de Colombia, Usaid iba a invertir cerca de 200 millones de dólares este año, buena parte de ellos en apoyo a la implementación de los acuerdos de paz y en asistencia a poblaciones vulnerables.
Lo cierto es que hay daño por doquier y en los campos menos imaginables. El jueves, Le Monde informaba de la decisión de Washington de destruir productos contraceptivos –píldoras abortivas, implantes, dispositivos intrauterinos (DIU), entre otros– por un valor cercano a los 10 millones de dólares, buena parte de ellos almacenados en Bélgica, en bodegas que pertenecían a Usaid.
Días antes, la agencia France Press reveló que 800.000 dólares en barras alimenticias, destinadas a cientos de miles de niños desnutridos en Afganistán y Pakistán, van a ser destruidas porque, a raíz del desmonte de Usaid, que las mantenía almacenadas en Dubái, no fueron distribuidas antes de su fecha de vencimiento. “No tengo una buena respuesta para esa pregunta”, reconoció Michael Rigas, alto responsable administrativo del Departamento de Estado, al ser interrogado sobre el caso, el 16 de julio, durante una audiencia en el Senado en Washington.
La ONG francesa Acción contra el Hambre, una de las más activas en el mundo en la lucha contra la desnutrición y las hambrunas, perdió de un solo golpe el 30 por ciento de su financiación, que provenía de Usaid. “Recibimos las cartas de anulación de medio centenar de contratos con la agencia”, le dijo a periodistas en París Michael Siegel, vocero de la ONG. Esto afecta a 1,5 millones de personas en varios países del Tercer Mundo, en especial en África. Pueden quedar sin atención 800.000 personas que están en peligro de muerte por inanición.
Un médico administra una vacuna contra la polio a un niño. Foto:AFP
Y mientras Washington abandona miles de programas de asistencia que Usaid patrocinaba, el Gobierno de la República Popular China, que preside Xi Jinping, ha lanzado una ofensiva diplomática y de cooperación que busca que la potencia asiática diga presente allí donde Estados Unidos ha dejado un vacío.
Con su programa bandera Iniciativa de la Franja y de la Ruta (más conocido como ‘la ruta de la seda’), en el que Pekín ha invertido más de 700.000 millones de dólares entre 2013 y 2023, la cooperación china ha contactado a casi un centenar de países del Tercer Mundo para proponer financiación de programas sociales y humanitarios, y cooperación en varios campos.
Entre politólogos y analistas internacionalistas hay cierto consenso en cuanto a que, aun si era necesario intervenir Usaid para reducir su burocracia e incluso eliminar algunos programas menores que no lucían acordes con los objetivos de la agencia, acabarla de raíz sin tener listo un plan para suplir cuando menos las necesidades más apremiantes, es un grave error de estrategia que Pekín está más que dispuesto a aprovechar, entre otras cosas porque se venía moviendo en esa dirección desde antes de los anuncios de muerte de la agencia.
“El gobierno de Xi ofrece programas de financiación, e incluso algunos de ayuda directa, pero lo hace a cambio de compromisos comerciales que implican garantizarle a China amplios mercados para sus productos, en especial manufacturas”, explicó a EL TIEMPO la fuente diplomática en París. “Lo hace con diplomacia, un rostro siempre amable y gigantescos recursos financieros”, agregó.
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El gobierno de Xi ofrece programas de financiación, e incluso algunos de ayuda directa, pero lo hace a cambio de compromisos comerciales que implican garantizarle a China amplios mercados para sus productos, en especial manufacturas
Algo similar piensa el senador Chris Murphy, demócrata del estado de Connecticut, quien lleva meses advirtiendo que “China quiere controlar por completo el flujo de la economía global en los próximos 25 años, y la eliminación de Usaid podría ayudar a convertir esa pesadilla en una realidad”.
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