
Al interior de la 4T se comenta cada vez más sobre un presunto enfriamiento de la relación entre la dirigente nacional, Luisa María Alcalde, y su secretario de Organización, Andrés Manuel López Beltrán, quienes no comparten la misma visión partidista.
Mucho se comentó la ausencia de Andy en el Consejo Nacional morenista de la semana pasada, a pesar de la importancia de su cargo, que es clave para la nominación de candidatos y la operación territorial de los futuros procesos electorales.
La dirigente de Morena justificó la ausencia del hijo de Andrés Manuel López Obrador asegurando que éste le avisó que le sería imposible asistir, porque había hecho agenda con anterioridad y no la podía cancelar.
Ahí habría quedado todo, pero el martes Bertha Luján, madre de Luisa María, envió un mensaje de WhatsApp a varios dirigentes de Morena quejándose de que el periódico La Jornada no había incluido una sola línea del discurso de su hija en la reseña del evento.
Incluso, se preguntó de parte de quién había llegado la orden de excluir a la presidenta del partido, toda vez que ese periódico —identificado con el oficialismo— es usado por los morenistas para enviarse mensajes.
Apenas el fin de semana se publicó otra gráfica, donde aparece Andy en un lujoso hotel de Tokio.
Casualmente quienes faltaron al cónclave morenista aparecieron exhibidos en hoteles de cinco estrellas del otro lado del charco. Los malpensados dicen que quien puede saber dónde andan sus ciudadanos es el gobierno, pues sus salidas y entradas quedan registradas con su pasaporte.
Al principio se pensó que el tema tiene que ver con la guerra que duros y moderados mantienen por el control morenista, pero ahora muchos creen que las cosas tampoco van bien entre Luisa María y Andy.
Quienes están cerca de ellos tienen claro que ambos sueñan con una candidatura importante para 2030, llámese Jefatura de Gobierno o Presidencia de la República.
Aunque aún son jóvenes y podrían aguantar hasta la siguiente, el desgaste de la 4T avanza rápidamente, sobre todo después de la embestida de Estados Unidos, que ha puesto la etiqueta de narco al gobierno morenista, lo que podría impedir que repitan su triunfo electoral.
Si se recrudecen sus diferencias, quien lleva las de ganar es el hijo de López Obrador, pues será el dueño de los padrones de Morena y tendrá acceso a las finanzas del partido, posibilidad que no ven con agrado en Palacio Nacional.
CENTAVITOS
Mientras tanto, los morenistas también futurean con las siguientes elecciones, para las que hablan ya de tres mujeres de la primera línea de la 4T que empiezan a ser vistas como probables candidatas a los gobiernos de San Luis Potosí, Chihuahua y Guerrero. Aunque en sus equipos aseguran que a sus jefas no les interesan esas candidaturas, Rosa Icela Rodríguez, secretaria de Gobernación, es señalada para San Luis, su tierra, mientras que Ariadna Montiel, titular de Bienestar, iría por Chihuahua, donde mucho tiempo hizo trabajo político para Morena aun sin ser de ahí. La tercera sería Esthela Damián, subsecretaria de Prevención del Delito con Omar Hamid García Harfuch, que puede ser la ficha de los moderados en Guerrero.