
Vi a Mon Laferte el primer fin de semana de su estreno como Sally Bowles en Cabaret México. Debo confesar que tenía mis dudas, no por su calidad vocal, desde luego, sino por su identificación con el célebre personaje que encarnó tan magistralmente Liza Minnelli en la cinta de 1972.
No pude estar más alejado de la realidad y ¡qué bueno! La nacida en Chile tiene 42 años, pero en escena se comporta como esa joven inglesa en sus 20; rebelde, a veces insegura, divertida y dispuesta a comerse al mundo. La dirección que logró Mauricio García Lozano es de aplaudirse, al igual que la manera en que la arropan sus compañeros de elenco, muchos de ellos viejos lobos de mar en el género del musical.
La naturalizada mexicana hace casi tres años va de menos a más. Encarna a la perfección a esa joven alocada —con la cual la propia Mon confesó haberse identificado en su juventud—, incomprendida y buscando ser una estrella.
Si bien respeta los temas No le digas a mamá y Mein Herr, cuando canta Tal vez pronto (Maybe this Time) el Teatro de los Insurgentes se cimbra con su voz, su emoción traspasa la piel y hace que a más de uno se le humedezcan los ojos al escuchar a Sally decir que quizá, esta vez, sea distinto para ella al conocer a Cliff.
Conforme avanza la obra Mon brilla cada vez más. A pesar de su estatus de estrella, permite que sus compañeros destaquen cuando tienen que hacerlo, no los opaca, al contrario.
Los fanáticos de Laferte han llevado a Cabaret México a agotar las funciones en las que se presenta. Ellas y ellos van vestidos como en los años 30 del siglo pasado y, durante el intermedio, se toman fotos entre las mesas y el escenario que recrean al famoso cabaret Kit Kat Club.
Cuando sale su ídola le aplauden a más no poder, pero también son generosos con el elenco.
Bruno Bichir —quien ya había hecho al Emcee en el montaje anterior hace casi 20 años— está genial con ese personaje queer crítico. Anahí Allué es encantadora como Fräulein Schneider y muestra lo que es tener experiencia sobre las tablas y sostener un personaje con carácter. A Julián Segura lo he visto, primero, como el nazi Ernst Ludwig; después en la piel del Emcee, y esta ocasión como Cliff Bradshaw, el escritor estadunidense que se enamora de Sally. Julián demuestra lo que es tener madera de actor, seguir las indicaciones de su director y que el talento no se discute cuando no hay ni una pizca de un personaje al otro mas que la misma piel.
La orquesta bajo la dirección de Antonia Suillerot y la coreografía de Gaby Aldaz Perroni hacen que el resto del elenco y ensamblen también brillen.
Y el final llegó. Cantar el que quizá es el tema más emblemático del musical y que lleva también por nombre Cabaret no es tarea fácil.
En esta temporada he visto tres Sally Bowles: Una de ellas es con la gran actriz de teatro musical y otros ámbitos: Majo Pérez —quien hace suyo al personaje como nadie más y fue espectacular. Y ahora con Mon.
Sally sale al escenario luego de abortar, pues, como dice el viejo adagio, el show debe continuar. Se sobrepone. Se acuerda de su amiga Elsie y viene del desmoronamiento.
Se desgarra las entrañas, el alma y la voz. “Y prometí que al morir / me iré como Elsie. / Hay que aceptarlo / Se vive una vez / no hay tiempo que perder. / La vida es un cabaret, mi amor”. Y ahí viene la lágrima de Sally Laferte.
Mon está a la altura de figuras internaciones que han hecho a la inglesa en Broadway y West End como Michelle Williams, Emma Stone y la fantástica Amy Lennox.
Ojalá encuentres algún boleto para verla, pese a que se anuncian funciones agotadas. Todo agosto y tres fechas en septiembre.
- TÍTULO: Cabaret.
- Dirige: Mauricio García Lozano.
- Elenco: Mon Laferte, Bruno Bichir, Julián Segura, Flavio Medina y Anahí Allué. Alternan funciones.
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cva