
“Sabemos lo que es el hambre; hemos probado la muerte. Nuestros hijos solo esperan su turno para morir”, relata una madre de cuatro hijos al norte de la Franja de Gaza en la clínica de salud de Save the Children que, como miles más, ha recurrido a medidas desesperadas como comer alimento para animales, harina caducada y hasta arena, ante la desesperación por sobrevivir.
Estamos a las puertas de una hambruna inducida, en pleno siglo XXI y si no se actúa de inmediato, miles de personas morirán de hambre frente a los ojos del mundo.
Desde el pasado 2 de marzo, cuando Israel impuso un bloqueo casi total a la entrada de ayuda humanitaria, la Franja de Gaza ha recibido apenas una fracción de los alimentos, medicinas, combustible y agua necesarios para la supervivencia de su población. Pero, la ayuda que logró ingresar a cuentagotas fue acompañada de escenas devastadoras: personas desesperadas que, al intentar acceder a suministros, fueron acribilladas por fuerzas israelíes, mientras muchas otras murieron asfixiadas o aplastadas en estampidas humanas provocadas por la escasez extrema.
Protesta contra la hambruna en la Franja de Gaza. Foto:AFP
Según el Ministerio de Sanidad del enclave, el hambre se ha cobrado la vida de 64 palestinos en Gaza solo en lo que va de 2025, un número que supera la cifra conjunta de los dos años anteriores. A su vez, el cómputo total de fallecidos por desnutrición desde que Israel inició su ofensiva bélica contra Gaza en octubre de 2023 llegó a los 127 muertos (85 menores y 42 adultos).
“Es muy difícil encontrar comida en el mercado y si la encontramos, no tenemos dinero para comprarla. Es muy cara”, relató a la agencia Efe un gazatí. Y es que el bloqueo provocó un aumento de precios de alimentos de hasta el 3.000 por ciento (ver gráfico).
“Gaza se ha convertido en un infierno para la población palestina. La supervivencia depende de las autoridades israelíes, que niegan el acceso a alimentos, agua, atención médica y refugio. Hay escasez de todo, salvo muerte y violencia”, le explica a este diario la doctora Fernanda Méndez Baggi, presidenta de Médicos Sin Fronteras (MSF) – Lat.
La doctora Méndez advierte que los suministros médicos se están agotando y que los bancos de sangre están casi vacíos.
Lo que se está permitiendo hoy marcará un precedente devastador para el futuro del derecho internacional y de la protección de la vida civil en conflictos
“El propio personal médico ha tenido que donar sangre. El personal de MSF se enfrenta a la escasez de artículos básicos como compresas estériles, guantes y anestésicos, mientras que algunos pacientes reciben tratamiento sin un alivio óptimo del dolor”, puntualizó.
Y mientras que más de 100 organizaciones humanitarias alertaron esta semana que el “hambre masiva” se propaga en Gaza, Israel negó ser responsable.
“Las entregas aéreas se reanudarán en los próximos días, bajo la coordinación de Emiratos Árabes Unidos y Jordania”, declaró el viernes un funcionario israelí bajo anonimato.
Palestinos, en su mayoría niños, empujan para recibir una comida en Jan Yunis, Gaza. Foto:AFP
Sin embargo, la ONU indicó que en momentos en que más del 90 % de la población del enclave vive en inseguridad alimentaria aguda, la vía aérea no puede sustituir a las rutas terrestres.
Desde el estallido del conflicto en 2023, el ejército israelí impuso una prohibición total del acceso al mar para cualquier residente de Gaza advirtiendo que entrar al mar supone riesgo de muerte inmediata por fuego de patrullas navales y anulando de facto el derecho a pesca, baño o lavado básico de ropa.
“Lo que ocurre en Gaza no es una crisis natural: es una catástrofe provocada por decisiones políticas que están costando miles de vidas”, explica por su parte Cristina Muñoz, directora de ActionAid España.
Para la experta, además del bloqueo, los bombardeos masivos sobre infraestructura civil, el desplazamiento forzoso y el uso de la ayuda humanitaria como herramienta de castigo colectivo explican la realidad.
Gazatíes transportan a personas que fueron heridas en centros de distribución humanitaria. Foto:AFP
“A esto se suma una ocupación prolongada, una política sistemática de apartheid y décadas de impunidad. Lo que vemos hoy es la intensificación brutal de una opresión que ya era estructural”, señala Muñoz.
Tanto MSF como ActionAid exigen un alto el fuego inmediato y permanente, el fin del bloqueo ilegal, y acceso humanitario sin condiciones políticas ni restricciones militares.
“Deben abrirse corredores seguros y continuos para que entre la ayuda, y se debe garantizar la protección de los trabajadores humanitarios”, comenta Méndez Baggi.
La comunidad internacional, de brazos cruzados ante la tragedia humanitaria en Gaza
Pese a que líderes de Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y México manifestaron su rechazo a la situación de hambre masiva y han clamado a Israel permitir el ingreso de la ayuda humanitaria o el gesto de Francia que esta semana anunció que reconocerá un Estado palestino (sumándose a al menos 142 países), la realidad es que el mundo aún no ha actuado con la contundencia necesaria para revertir el desastre.
Palestinos llevan a un herido en medio de un ataque en un punto de distribución de ayuda. Foto:AFP
“Lo que vemos es un total abandono de la comunidad internacional a la dramática situación en Gaza. Si bien, a través de Naciones Unidas o de manera directa, algunos Estados han hecho llamados a que se respeten los principios humanitarios, no se han tomado acciones concretas”, explica la académica Luisa Lozano, directora del programa de Relaciones Internacionales de la Universidad de la Sabana.
“Lo más urgente tiene que ser una intervención diplomática de Estados que realmente puedan ejercer presión sobre Israel. Principalmente, EE. UU., seguido de la Unión Europea”, puntualiza Lozano al advertir que, en todo caso, “sin la voluntad de Israel es muy difícil lograr un cambio”.
Lo que ocurre en Gaza no es una crisis natural: es una catástrofe provocada por decisiones políticas que están costando miles de vidas
De momento, esa opción luce lejana luego de que el presidente estadounidense, Donald Trump, que respalda la ofensiva israelí, afirmó el viernes que el movimiento islamista palestino Hamás «quiere morir», después de acusarlo de rechazar un acuerdo de alto el fuego en Gaza.
Por su parte, el movimiento islamista acusó al enviado estadounidense, Steve Witkoff, de tergiversar la realidad para apoyar «la posición israelí» luego de que se confirmó el fracaso de las negociaciones celebradas durante más de dos semanas en Doha entre Israel y Hamás, con la mediación de Catar, EE. UU. y Egipto.
Una mujer palestina llora a un familiar muerto en un ataque israelí. Foto:AFP
“Las declaraciones negativas del enviado estadounidense Witkoff contradicen por completo el contexto en el que se desarrolló el último ciclo de negociaciones, y él lo sabe perfectamente”, afirmó a la AFP Basem Naim, un alto cargo político de Hamás.
Hamás indicó el jueves que había respondido a una oferta de tregua de 60 días acompañada de un intercambio de rehenes israelíes por prisioneros palestinos, proponiendo enmiendas sobre la entrada de ayuda humanitaria, el retiro del ejército israelí y garantías sobre el fin de la guerra. Pero, Israel, que se niega a dar tales garantías, quiere desmantelar el movimiento, expulsarlo de Gaza y tomar el control del territorio, gobernado por Hamás desde 2007 pero sobre el cual el ejército israelí mantiene un asedio desde octubre de 2023.
Mujeres palestinas se despiden de sus seres queridos en el hospital Al-Ahli de la ciudad de Gaza. Foto:AFP
“Israel continúa actuando en abierto desafío al derecho internacional humanitario y de los derechos humanos, recurriendo a la hambruna, tácticas de asedio y ataques contra infraestructuras civiles”, advirtió la doctora Méndez.
Las expertas coinciden en que, pese a que el marco jurídico internacional es robusto, en términos prácticos, el sistema está de manos atadas ante la falta de voluntad política.
“Estamos a las puertas de una hambruna inducida, en pleno siglo XXI y si no se actúa de inmediato, miles de personas morirán de hambre frente a los ojos del mundo. Esta no es solo una emergencia humanitaria, es una prueba ética para la humanidad. Lo que se está permitiendo hoy marcará un precedente devastador para el futuro del derecho internacional y de la protección de la vida civil en conflictos”, sentenció la experta.
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