
1. Silenciado. Alejandro Alito Moreno, líder del PRI, ruge en redes, pero se apaga en el Congreso. El 24 de julio se lanzó contra Morena, llamándolo sin rodeos “narcopartido”. Pero un día antes, el 23, compartía abrazos con Adán Augusto López, coordinador de los senadores de Morena y protagonista central del escándalo por su vínculo con el caso Hernán Bermúdez. ¿Por qué en su tuit incendiario no menciona a don Adán? Un cruce de palabras fue suficiente para aplacarlo. En la Comisión Permanente, la bancada oficialista bloqueó la discusión del tema, y Alito, pese a su rabia digital, se tragó la lengua otra vez. Su flácida congruencia.
2. Fachada de orden. El operativo en Nochistlán, con el arresto de Mauro Yuriel “N”, exalcalde de Apulco, así como su comitiva interestatal delictiva, presume músculo institucional, pero no engaña a nadie. Bajo el gobierno de David Monreal, Zacatecas dice reducir homicidios un 87%, mientras la criminalidad muta, se adapta y se infiltra en ayuntamientos, cuerpos de seguridad y hasta mesas de paz. El exedil, acusado de homicidio y asociación delictuosa, no vivía en las sombras, despachaba hasta hace poco. La percepción ciudadana va por otro camino: los desplazamientos, extorsiones y complicidades son el pan de cada día. No se engañen.
3. Dinero sucio. Le congelaron las cuentas a Hernán Bermúdez, el exjefe de seguridad de Tabasco, prófugo, acusado de liderar La Barredora. Hasta ahí, buena noticia. Pero la manzana podrida está en los detalles, los casinos ligados a su red florecieron justo cuando Adán Augusto López era titular de Segob. ¿Coincidencia? También congelaron cuentas de familiares y socios, y clausuraron casas de apuestas que operaban bajo el amparo del “no me doy cuenta” institucional. Las fichas caen tarde. Lo que se lavó ya no regresará. ¿Y al que le tocaba vigilar? Ése sigue en el Senado, sin una sola carpeta. Ni las máquinas tragamonedas son tan descaradas.
4. Bienvenidos. Con bombo, pase de aviones y dos madrinas de la 4T, la Semar celebró la graduación de 337 cadetes en Antón Lizardo. Su titular, Raymundo Pedro Morales, presidió el acto, flanqueado por Rocío Nahle —la misma que no puede con Álamo— y Emilia Calleja, de la CFE, que ahora también da bendiciones castrenses. La escena fue impecable: uniforme, bandera y aviones Texan II en el cielo. Pero, en tierra firme, los marinos recién egresados se toparán con otra realidad: un país donde el crimen se infiltra en gobiernos municipales y los abrazos sustituyen a los tiros. Bienvenidos al deber.
5. “Cadena perpetua”. Mientras algunos líderes partidarios prefieren el silencio cómplice, el PAN al menos hace ruido. Jorge Romero, dirigente nacional blanquiazul, exige investigar a Adán Augusto López por su presunto rol en la incubación de La Barredora cuando gobernó Tabasco. No sólo eso, pide cadena perpetua para los funcionarios aliados del crimen. Suena fuerte… lástima que no tienen mayoría para impulsar ni un citatorio. A diferencia de Alito, al menos Romero no finge demencia. Pero de indignación simbólica también está hecha la impunidad. Son exactamente lo mismo.