
Hace casi dos años, Farid Kamal y Naham Abed se casaron en la Franja de Gaza, un par de días antes de que estallara la guerra entre el movimiento palestino Hamás e Israel… “Cuatro días después, todo estaba destruido, mi casa, mi trabajo, lo perdí todo”, contó Farid en entrevista para Excélsior.
A simple vista, parecemos dos tipos que se muestran memes el uno al otro en sus celulares, ahí, medio charlando, en la banca de un parque; sin embargo, ambos, con ayuda de traductores digitales, luchamos por vencer las barreras del lenguaje, pues la Torre de Babel se nos viene encima cuando un palestino llega a México para escapar de lo que él llama “un genocidio terrible”.
TE RECOMENDAMOS: Comer, un lujo para palestinos; consecuencia de la ofensiva israelí
De 27 años, Farid arribó hace dos meses a nuestro país y apenas está aprendiendo a comunicarse en español. Él, su esposa y su pequeño hijo, Hamud, son refugiados palestinos en México; Naham vende comida árabe para ganarse la vida, de hecho, acaba de entregar algunos platos de un humus que luce delicioso; Farid se dedica al comercio de frutos secos, negocio que también tenía en la Franja de Gaza antes del desastre.
Orgulloso, muestra videos en su teléfono de unas máquinas que están procesando lo que parecen ser almendras: “Yo trabajando”, dice con un brillo alucinante en los ojos. Después, presume contento fotos de una casa hermosa en Palestina: sala grande, un jardín, una alberca y al fondo una camioneta: “Todo eso mío y de mi familia, pero ‘kaboom’, Israel destruyó todo”.
FAMILIA DE GAZA PERDIÓ TODO POR ATAQUES DE ISRAEL
Así como la vida de esta familia gazatí se ensombreció, las imágenes en el celular de Farid se tornan también más oscuras: bombardeos, ataques, explosiones. “Yo ahí estaba cerca”, afirma. Con señas y en un español forzado, cuenta cómo algunas veces, después del ‘kaboom’, se lanzaba sobre su bebé para protegerlo.
Allá no podía dormir más de tres horas seguidas”, dice Farid, riendo irónico porque, añade: “Aquí duermo muchísimo… Ojalá que todos los que están en Gaza vinieran a México”.
Sin embargo, Naham es la que no concilia el sueño, pues su familia sigue en Gaza; como Farid ya perdió a varios seres queridos, el descanso se le niega. “La situación es muy difícil para ellos y no hay nada que les permita vivir en paz en Gaza. No hay comida, ni escuelas, ni hospitales. Que Dios los proteja de la agresión israelí que los ha azotado. Actualmente, intentan salir de Gaza, pero no tienen forma de hacerlo”, dice la mujer palestina sobre esas nueve personas que carga en el pecho a cada segundo que pasa.
Salí de Gaza, pero mi mente y mi corazón están con ellos”, comenta Naham y Farid complementa: “Es que en Gaza no hay internet, no se puede llamar por teléfono, cuesta mucho comunicarnos”.
Cerca de esa banca de parque donde las nacionalidades son lo de menos, corre y juega Hamud, un pequeño adorable de apenas cuatro años que parece representar toda la inocencia perdida en Gaza: es como si ese niño quisiera ser feliz por todos los menores que se hunden ante un destino incierto en el enclave. Juega con todas las personas que se le acercan: les sonríe, les lanza un globo, su alegría le grita al mundo: “miren, esto es Palestina”.
¿CÓMO VIVEN LOS REFUGIADOS PALESTINOS EN MÉXICO?
Y aunque el haber escapado de la guerra es un bálsamo, Farid repite como un mantra que quiere una morada para su familia: “Mi esposa trabaja preparando comida palestina, yo con los frutos secos, soy un hombre que ama a Dios y al trabajo, queremos vivir como cualquier mexicano, queremos una casa”.
Vino con su familia al país porque su padre, quien ya falleció, tenía la nacionalidad mexicana: eso facilitó muchas cosas. En México, asegura, “encontramos una libertad hermosa. Sólo caminar por avenidas nos hace felices, no podíamos hacer eso allá”.
CONSULTA AQUÍ LAS NOTICIAS DE ÚLTIMA HORA
*mcam