
Rocio Taboada es una productora audiovisual argentina formada en Buenos Aires, con varios años de experiencia trabajando junto a reconocidos artistas del pop y del género urbano latino.
Su participación en diversos proyectos musicales refleja el papel relevante que desempeñan los productores en una industria cada vez más competitiva y dinámica.
Rocio Taboada inició su carrera produciendo el largometraje Axiomas, aún no estrenado por retrasos derivados de la pandemia; sin embargo, el verdadero punto de inflexión llegó apenas unos meses después, cuando formó parte del equipo de producción de El robo del siglo, protagonizada por Guillermo Francella y basada en uno de los asaltos bancarios más notorios de Argentina. Su trabajo en ese film le permitió integrarse a equipos de alto rendimiento técnico y artístico.
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Ese puente entre cine y televisión marcó una transición hacia una nueva etapa: el videoclip musical. Rocio encontró en este formato una dinámica diferente.
“Es un formato más inmediato, y eso me atrajo. Hay una intensidad en la ejecución que exige estar muy presente, muy al tanto de todo el proceso. A veces tenemos una semana y media desde que se gesta la idea hasta que se entrega”, explica en entrevista.
Desde entonces, ha producido más de 40 videoclips para artistas como Rauw Alejandro, Ozuna, Daddy Yankee, Emilia Mernes y Tiago PZK, entre otros.
Estos videos no solo suman cientos de millones de visualizaciones en YouTube, sino que también reflejan un estándar estético y técnico que se ha convertido en un patrón para el contenido urbano de alto nivel.
Lo interesante en su enfoque es el balance que logra entre narrativa, calidad visual y logística. A menudo, los videoclips deben producirse con presupuestos acotados y cronogramas exigentes, pero aún así deben ofrecer una experiencia visual que acompañe el universo musical del artista.
“Lo fundamental es tener un concepto claro desde el inicio, y comunicarlo bien. Así, si hay que hacer ajustes sobre la marcha, se pueden tomar decisiones sin perder coherencia ni calidad”, comenta.
Otro punto distintivo de su trabajo es su capacidad de adaptación cultural. Rocio ha producido contenidos en distintos países y contextos, y reconoce la importancia de comprender y respetar las dinámicas locales:
“Cuando trabajo fuera, trato de integrarme al equipo del lugar, entender cómo funcionan las cosas, cuáles son los tiempos, cómo se comunican. Eso hace toda la diferencia”.
Más allá de la logística, su trabajo tiene una dimensión creativa que muchas veces se pasa por alto al hablar de producción. No es solo quien organiza el set o coordina los recursos. Rocio participa desde el inicio en la definición de la estética y los objetivos del proyecto. En muchos casos, su sensibilidad ha sido clave para convertir un brief simple en un contenido de alto impacto.
Tal es el caso del videoclip Ni me conozco, de Rauw Alejandro, rodado bajo condiciones climáticas complejas. “Fue un desafío enorme. Rodamos con nieve, con bajas temperaturas que retrasaban todo. Pero el equipo respondió increíblemente, y el resultado habla por sí solo”.
En ese sentido, uno de los aportes más valorados por los artistas es su compromiso. “Mi sello, si hay uno, creo que es cuidar lo visual pero también cuidar al equipo. Un rodaje puede ser muy demandante, y si no hay buen clima de trabajo, eso se nota en el resultado. No es un trabajo de una sola persona, todo depende de que el equipo tire para el mismo lado”.
Actualmente, Rocio combina su trabajo en videoclips con la producción de documentales y contenido original para plataformas, como las docuseries En primera persona (con figuras como Ginóbili y Del Potro) o La música está servida, desarrollada junto a The Walt Disney Company. El contenido cambia, pero el criterio se mantiene: alto estándar técnico, cuidado estético y foco en la autenticidad narrativa.
Hoy, su agenda combina lanzamientos internacionales, desarrollos para plataformas y colaboraciones con nuevos talentos. Pero lo que más valora es seguir encontrando proyectos que la desafíen.
“Cada uno de los trabajos me dejó algo. El logro más grande, para mí, es seguir aprendiendo”.
bgpa