
La anécdota la contó la semana pasada el presidente Donald Trump, al explicar su cambio de tono hacia el mandatario ruso Vladimir Putin, que pasó de las señales amistosas a las amenazas porque el líder del Kremlin no quiere negociar la paz en Ucrania. Narró Trump que, al terminar la jornada, llegó a sus habitaciones privadas en la Casa Blanca y le dijo a su esposa Melania que había sostenido con Putin “una conversación maravillosa”, a lo que ella respondió: “Qué raro, porque acaban de bombardear una residencia de ancianos en Ucrania”.
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Cierta o no la historia –con Trump nunca se sabe–, la realidad es que el mandatario estadounidense, que en tiempos de campaña había asegurado que, si regresaba a la Casa Blanca, en 24 horas convencería a Putin de hacer la paz, acaba de dar un viraje importante, al menos a nivel del lenguaje que utiliza para hablarle al presidente ruso. Al ser interrogado sobre Putin en una reunión en la sede presidencial, Trump dijo estar “muy muy descontento” con su colega ruso y explicó: “Tendríamos que haber logrado un acuerdo de paz hace dos meses”.
Varias personas caminan junto a los restos de un ataque ruso en Kiev. Foto:AFP
“Si no hay un pacto antes de 50 días, impondremos (a Rusia) aranceles de hasta 100 por ciento”, advirtió, para luego hablar de “aranceles secundarios” y explicar que esas sanciones se extenderían a los países, como China e India, que mantienen intensas relaciones comerciales con Moscú. “No quiero decir que es un asesino”, soltó sobre Putin, para luego acusarlo de engañar “a mis predecesores”, Bill Clinton, George Bush hijo y Barack Obama, y asegurar que a él no podría hacerle lo mismo. “No a mí”, sentenció, aunque reconoció que, de modo verbal, ha hecho con Putin cuatro acuerdos que el ruso no ha honrado.
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Menos de 48 horas después, el ministro de Exteriores ruso, el inagotable Serguéi Lavrov, con 11 años en el cargo, no se tomó muy en serio las amenazas: “Ya hemos escuchado plazos de 24 horas, dos días, 100 días, ya hemos pasado por todo eso, y ahora queremos entender qué hay detrás de la declaración de Trump sobre los 50 días”.
Ya hemos escuchado plazos de 24 horas, dos días, 100 días, ya hemos pasado por todo eso, y ahora queremos entender qué hay detrás de la declaración de Trump sobre los 50 días
Con la desconfianza aprendida en estos durísimos años, los líderes ucranianos observan este giro con cautela. Aunque reconoce el cambio de actitud de la Casa Blanca, la exviceministra de Defensa, Alina Frolova, le dijo este viernes al semanario francés Le Point, que entre Washington y Moscú hay “negociaciones tras bambalinas”. Considera que, dentro del plazo dado por Trump, Putin aspira a completar sus objetivos en el óblast (provincia) de Donetsk y en lo poco que le resta por copar en el de Lugansk, ambos en el este de Ucrania, “para proclamar la victoria” y anunciar que “está listo para negociar”.
Vladimir Putin, presidente de Ucrania. Foto:AFP
Los cálculos militares que hacen Rusia y Vladimir Putin
A pesar de compartir esa prudencia, el presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, maltratado por Trump y por el vicepresidente J. D. Vance en su visita a la Casa Blanca a fines de febrero, quiere aprovechar la ventana abierta por el mandatario estadounidense. Acaba de designar como primera ministra a Yulia Svyrydenko, que hace pocas semanas negoció con razonable éxito el acuerdo entre Kiev y Washington sobre tierras raras y otros minerales. Zelenski busca así beneficiarse de lo que el diario español El Mundo llamó “el momento Melania”.
Sea por frío cálculo o porque en verdad no le inquietan las amenazas de Trump, lo cierto es que Putin y sus tropas siguen adelante con la ofensiva de verano, lanzada a inicios de junio, y que podría ir hasta mediados o incluso fines de septiembre, cuando las torrenciales lluvias de otoño comiencen a frenar las operaciones antes de la llegada, en octubre, de la ‘raspútitsa’, la estación del barro, época en que los suelos literalmente se derriten y el frente se paraliza.
Mientras somete a las ciudades del interior de Ucrania, como Kiev o Vínnitsa, a intensos bombardeos nocturnos con drones y misiles, Rusia intenta romper la línea del frente de cerca de 1.200 kilómetros, centrándose en el este y el sureste, en Donetsk y Lugansk, y también, aunque con menos fuerza, en el sur, con una embestida que busca amenazar la simbólica Krivói Rog, ciudad natal de Zelenski, en el óblast de Dnipropetrovsk.
Mientras algunos analistas militares occidentales temen que la línea del frente de los ucranianos se derrumbe, la exviceministra de Defensa Frolova valora las cosas de otro modo: “No creo que el avance ruso actual sea realmente crucial, no creo que tenga impacto estratégico”, sostuvo en su entrevista con Le Point. “Siempre es desagradable perder terreno, pero se trata de algunos kilómetros”, agregó.
Volodimir Zelenski, presidente de Ucrania. Foto:EFE
¿Ha cambiado algo realmente en el frente de combate entre Rusia y Ucrania?
“Nada fundamental ha cambiado desde el año pasado –explicó– salvo una cosa: los rusos concentran sus fuerzas en una sola zona del frente, en las regiones de Donetsk y Lugansk, cuando antes podían hacer lo mismo en tres sectores diferentes”. Y agregó: “Aun así, no consiguen los resultados deseados”. Citó el caso de Sumy, cerca de la frontera noreste, donde las tropas del Kremlin concentraron 60.000 hombres y no lograron avanzar. “De hecho, en estos momentos están retrocediendo”, aseveró Frolova.
Tal como lo relataba este domingo Alberto Rojas, enviado especial de El Mundo de Madrid y uno de los más respetados cronistas de la guerra, “se cumple un año desde que el Kremlin comenzó las operaciones para tomar la ciudad de Podrovsk, pero hasta el momento los escasos avances (…) se han saldado con enormes bajas. Hoy solo quedan ruinas humeantes de ella y su vecina Myrnograd”. Rojas escribió que los rusos han sido “incapaces de tomarla frontalmente”, a pesar de las enormes bajas en sus tropas: pierden más de 1.000 hombres diarios entre muertos (cerca de 200) y heridos que quedan fuera de combate.
Pero al amo del Kremlin no parecen conmoverlo ni las dificultades del avance ni la trágica cuenta de muertos entre sus jóvenes soldados. “Putin está atrapado en sus promesas de guerra”, aseguró el sábado al diario parisino Le Figaro, Yohann Michel, experto del Instituto de Estudios Estratégicos y de Defensa de la ciudad de Lyon. Esto impide que el Kremlin haga una reflexión realista. Pero claro, explicó el analista, la persistencia rusa en atacar “es una pesadilla para los ucranianos”.
Rescatistas llevando un cuerpo de una instalación civil dañada tras un ataque ruso en Dobropillia. Foto:AFP
Según el informe de Le Figaro, “en los estados mayores occidentales, la mayoría de los oficiales –cree que– Rusia no tendría la capacidad suficiente para romper el frente y explotar una ventaja táctica”.
Explicó el diario que “el minado del frente y el uso intensivo de drones por parte del ejército ucraniano impiden cualquier concentración de fuerzas y cualquier maniobra de envergadura en una profundidad de unos veinte kilómetros”.
De ese modo, a pesar del gigantesco esfuerzo militar ruso que este año amenaza con derrumbar su propia economía, no son muchos los expertos que apuestan por una victoria estratégica de Putin este verano.
¿Acelera el avance ruso?
No son muchos, pero los hay. “La progresión rusa se acelera y la ofensiva de verano pone presión a las fuerzas ucranianas”, escribió hace pocos días el experto Jack Watling en un análisis publicado por el Instituto Rusi de Londres, centro de pensamiento británico especializado en asuntos militares.
A diferencia de lo que sostiene la exviceministra Frolova, Watling piensa que el Kremlin ha comenzado a multiplicar sus puntos de ataque a todo lo largo del frente para impedir que los ucranianos concentren sus refuerzos defensivos en una sola región.
Lo mismo sostiene una fuente francesa del sector defensa, consultada por EL TIEMPO en París, que asegura que “el ejército ruso ataca en decenas de puntos y dispersa así las tropas de refuerzo movilizadas por Kiev, en momentos en que las fuerzas ucranianas soportan un profundo agotamiento después de tres largos años de resistencia”.
Eso sí, tanto quienes dudan de la capacidad rusa de avanzar como quienes no lo hacen, todos coinciden en que el sacrificio ruso es enorme, con más de 40.000 bajas –entre muertos y heridos graves– en el primer mes de la ofensiva de verano. “El resultado neto son 500 kilómetros cuadrados de terreno ganado por Rusia en junio, menos del 0,1 por ciento del territorio total de Ucrania”, agrega la fuente francesa que, en todo caso, advierte que si la aceleración del ritmo del avance se confirma, las cosas se pueden complicar mucho para las tropas de Zelenski.
La lluvia de drones en el conflicto entre Rusia y Ucrania
A lo que pasa en la línea de frente, hay que agregar la intensificación de los ataques aéreos, con salvas de centenares de drones semanales accionados por Rusia y misiles balísticos lanzados desde tierra o desde aviones de guerra rusos. Lo grave para Ucrania en este punto es que, a diferencia de lo que ocurre en tierra, la ofensiva aérea podrá seguir cuando lleguen las lluvias y la nieve.
Bombero extinguiendo un incendio tras un ataque ruso en la región de Zhytomyr. Foto:AFP
Según datos de Le Figaro, a partir del otoño, Rusia estará en posibilidad de enviar hasta un millar de drones Geran-2 –cada uno con una carga explosiva de 90kg– en un mismo ataque. Y eso puede comprometer la tasa actual de interceptación de esos aparatos por las defensas ucranianas, que ronda el 90 por ciento.
La suerte de la ofensiva rusa del verano está echada, pero el resultado final es por ahora una incógnita. Como lo es la respuesta de Donald Trump ante la persistencia de Putin en la guerra: ¿se decidirá a apoyar, con armas y municiones, y a gran escala, a Kiev? ¿Se convencerá de ayudar, en unión del Reino Unido y de la Unión Europea, y con la Otan como gran herramienta, a Zelenski, para hacerle ver a Putin que no puede ganar y que, en cambio, su economía va a colapsar? Quedan siete semanas para conocer las respuestas a esos interrogantes.
MAURICIO VARGAS
ANALISTA
EL TIEMPO
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