
El sábado 12 de julio pasado, México celebraba la inclusión del sitio 36 a la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco, con la ruta Ruta Wixárika por los sitios sagrados hasta Huiricuta (Tatehuarí Huajuyé), al tratarse de un corredor biocultural excepcional.
Reconocimiento que implica cuidados, protección, conservación y recursos, más cuando muchas de las actividades humanas depredadoras acechan estos lugares.
Incluye fenómenos hidrometeorológicos exacerbados por la crisis climática, causada por las actividades antropogénicas, porque representan un gran peligro.
Si se creía que los sitios del Patrimonio Mundial son simplemente atractivos turísticos o vestigios del pasado, no se ha entendido el concepto de valor universal excepcional.
Por el pensamiento simplista de “turístico” o el nacionalismo barato, muchísimos sitios están siendo trastocados.
Los crecientes riesgos hídricos amenazan mil 172 lugares emblemáticos culturales y naturales del planeta como el Taj Mahal (India), Machu Picchu (Perú), el Parque Nacional del Serengueti (Tanzania), la Ciudad antigua de Pingyao, el Paisaje cultural de la fortaleza de Diyarbakir y los jardines de Hevsel (Turquía) y los Ahwar del sur de Irak (marismas).
El riesgo hídrico se entiende como la exposición o vulnerabilidad a una amenaza de falta de agua o exceso de agua, como son las sequías, inundaciones y estrés hídrico.
Cuando el agua escasea o los ríos inundan, el daño se observa en la flora y fauna, pero también en la integridad arquitectónica, en el entorno, en la sustentabilidad de las actividades culturales y en la calidad de vida de quienes habitan esos sitios.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura y el Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés) publicaron a principios de mes un exhaustivo análisis que alerta que alrededor de 73% (855) de los mil 172 sitios del patrimonio cultural y natural no marino del mundo está expuesto, por lo menos, a un riesgo hídrico grave, como estrés hídrico, sequía e inundaciones fluvial (desbordamiento de ríos) o costera.
Un 21% (246) tiene problemas duales, es decir, demasiada agua (inundaciones) y poca agua; 40% (470) se enfrenta a un grave estrés hídrico de base; 37% (434) enfrenta grave riesgo de sequía; 33% (391) está expuesto a inundaciones de ríos y 4% (49) a inundaciones costeras.
De los 35 sitios del patrimonio natural y cultural de México (la Ruta Wixárika no está incluida por su recién inclusión), el análisis tiene mapeados 29.
Nuestro país es rico en historia y es considerado uno de los países más biodiversos del planeta. Por sus sitios, ostenta el primer lugar en América y el séptimo a nivel mundial detrás de Italia, China, España. Sumado a ello, es una de las naciones más vulnerables a los impactos de la crisis climática y los efectos en materia hídrica cada vez son más palpables.
De acuerdo con la Unesco y WRI, el estrés hídrico extremadamente alto significa que el patrimonio cultural y natural de México enfrenta una presión insostenible sobre sus recursos hídricos que puede derivar en sequías severas, pérdida de biodiversidad y degradación del paisaje biocultural.
Los sitios que enfrentan riesgo de estrés hídrico extremadamente alto y alto son 17. En la primera categoría: Zona arqueológica de Paquimé (Casas Grandes, Chihuahua); Camino Real de Tierra Adentro (desde la Ciudad de México hasta Santa Fe, en Nuevo México), Campus central de la Ciudad Universitaria de la UNAM, Primeros monasterios del siglo XVI en las laderas del Popocatépetl y Casa Estudio Luis Barragán, por mencionar algunos.
Sólo hay cuatro en riesgo alto: Hospicio Cabañas de Guadalajara; Centro Histórico de Morelia; Reserva de biosfera de la mariposa monarca y Centro Histórico de Puebla.
Una situación dual la ejemplifica la Reserva de la biosfera El Pinacate y Gran Desierto de Altar, en Sonora. Este ecosistema, uno de los más impresionantes del país, enfrenta estrés hídrico extremadamente alto e inundaciones en nivel alto, tanto fluvial como costera.
La escasez de agua pone en peligro especies endémicas y en peligro de extinción, como el berrendo, la tortuga del desierto y el monstruo de Gila. Y el cambio climático amenaza con alterar irreversiblemente su delicado equilibrio ecológico.
La Reserva de la biosfera mariposa monarca, en Michoacán, enfrenta este riesgo dual. La disminución de fuentes hídricas impacta a las mariposas que migran desde Canadá. Sin agua, no hay bosque, sin bosque, no hay mariposas. Y sin mariposas, se pierde un símbolo de conexión transcontinental que trasciende fronteras y generaciones.
La Antigua Ciudad Maya y bosques tropicales protegidos de Calakmul, Campeche, enfrentan riesgos medio de sequía e inundación fluvial alto.
La Ciudad prehispánica de Chichén-Itzá está expuesta a riesgo de sequía medio, pero inundación fluvial alto.
Los sitios son motores económicos, sociales, culturales y naturales. Educación, investigación e identidad comunitaria dependen de su conservación.
El ejercicio tiene proyecciones hacia 2050, en el cual los impactos serán mucho más graves en Oriente Medio, el norte de África, sur de Asia y el norte de China.
El Patrimonio Mundial es historia viva humana, de culturas ancestrales, de biodiversidad única y de ecosistemas que han coexistido durante centurias con las comunidades locales. En unos años, algunos de estos sitios podrían ser incluidos en la lista del Patrimonio Mundial en Peligro. Ello implica una presión internacional que puede traducirse en recursos, atención mediática y voluntad política. Pero también es una señal de alarma; gobiernos y sociedades están fallando en proteger lo que hace único a cada país.