
¿Qué hubiera ocurrido si Superman, en lugar de encarnar ideales de justicia y sacrificio, hubiese desarrollado una personalidad irascible, retraída y llena de resentimiento? Esa es la hipótesis que explora Brightburn: Hijo de la oscuridad (2019), producción de bajo presupuesto que introduce una versión alternativa del mito fundacional del superhéroe.
El relato sigue a Brandon (Jackson A. Dunn), un niño de origen extraterrestre con apariencia humana que llega a la Tierra en una nave que se estrella en un pueblo rural de Kansas. Es adoptado por el matrimonio Breyer, Kyle (David Denman) y Tori (Elizabeth Banks), una pareja que no puede tener hijos. Lo crían como propio, con afecto y cuidados, hasta que en la adolescencia emergen sus poderes junto con un comportamiento errático y cada vez más peligroso.
Brandon comienza a manifestar habilidades extraordinarias como invulnerabilidad, fuerza descomunal y la capacidad de volar. Pero estos descubrimientos no lo encaminan hacia el heroísmo, sino hacia la alienación. El acoso escolar, la imposibilidad de ser aceptado por sus pares y el rechazo de una compañera que lo acusa de espiarla, desencadenan una espiral de violencia que lo lleva a dañar a quienes lo rodean.
La narrativa se enmarca en un drama familiar con elementos de ciencia ficción y tintes de coming of age, donde el despertar adolescente no implica un tránsito hacia la autonomía moral, sino la emergencia de pulsiones destructivas. Brandon escucha voces que lo impulsan a conquistar el mundo y diseña un atuendo casero con capucha roja que remite más a un espantapájaros que a un superhéroe, reforzando la inversión del modelo heroico.
En paralelo, el film dialoga con referencias explícitas. La idea de una figura sobrehumana y violenta recuerda al Superman bizarro de DC Comics —una versión deformada del original—, así como también a los niños con poderes de El pueblo de los malditos (1963) y a la construcción narrativa en formato pietaje encontrado de Poder sin límites (2012), donde adolescentes ganan habilidades inexplicables tras la caída de un meteorito.
La revelación del origen extraterrestre por parte de Tori no hace más que acentuar la distancia entre Brandon y sus padres adoptivos. A partir de allí, el personaje se radicaliza, toma decisiones autónomas y desarrolla una moralidad regida por el resentimiento. La aparición del personaje de Michael Rooker como un youtuber conspiranoico funciona como antesala de una hipotética expansión de este universo, con otras figuras superpoderosas igualmente letales, entre ellas una versión distorsionada de la Mujer Maravilla.
Como producción, Brightburn no escapa a las limitaciones técnicas propias de su bajo presupuesto, con efectos especiales que por momentos resultan deficientes y personajes secundarios de desarrollo irregular. Sin embargo, la actuación de Elizabeth Banks introduce un contrapunto sólido, como madre que debe elegir entre el amor filial y el bien común, un dilema que potencia el conflicto central.
Brightburn puede leerse como una crítica velada al exceso de producciones basadas en superhéroes, una sátira trágica del género o incluso como una reflexión sobre el poder cuando se escinde de la ética. Más allá de las posibles lecturas, la película introduce una pregunta estructural: ¿qué ocurre cuando el salvador es, en realidad, una amenaza?