
viernes 20 de junio de 2025
Bajo un volcán (2025) se presenta como un híbrido ambicioso: cine catastrofista con corazón de comedia romántica. Una apuesta que recuerda a los blockbusters hollywoodenses de los 90, pero con acento hispano y producción española. Martín Cuervo dirige esta película que, a pesar de su factura técnica y un ritmo sostenido, tropieza con un guion predecible y personajes que no terminan de desarrollarse.
La premisa resulta atractiva: Mario (William Levy), piloto militar, y Dani (Maggie Civantos), una experta vulcanóloga, deben trabajar juntos ante una posible erupción en Tenerife. El conflicto inicial entre ambos promete tanto fricción como romance, pero el desarrollo cae en fórmulas conocidas. La película navega entre dos géneros sin profundizar en ninguno: ni el romance alcanza intensidad emocional ni la amenaza volcánica genera la tensión propia del cine de catástrofes.
Aunque Levy y Civantos muestran carisma por separado, la dinámica entre sus personajes se resiente. Los momentos de química funcionan de forma aislada, especialmente en secuencias de coqueteo, pero el guion los encasilla en arquetipos —el héroe seguro de sí mismo, la científica obstinada— con diálogos poco naturales. Los personajes secundarios tienen aún menos espacio: Adriana Torrebejano y Elia Galera se diluyen en papeles funcionales, y Fabiola Guajardo representa un interés amoroso secundario que no suma ni en verosimilitud ni en conflicto.
Cuervo imprime un ritmo acelerado, con el respaldo de un montaje eficaz a cargo de Ángel Hernández Zoido. Algunas escenas, como una huida entre llamaradas, logran impacto visual. Sin embargo, la película desaprovecha su potencial dramático. La erupción, anticipada como clímax, se resuelve sin fuerza, y los conflictos humanos —como la historia de una familia que pierde su casa— se resuelven sin profundidad emocional.
El principal problema es el tono: la película no define si quiere ser un thriller de supervivencia o un drama romántico con paisajes extremos. Las subtramas de celos, relaciones pasadas y giros melodramáticos debilitan un contexto que debería estar centrado en la urgencia. Incluso el desenlace, que propone una resolución ingeniosa, se diluye por falta de acumulación dramática.
¿Es Bajo un volcán una película entretenida? Sí, en tanto se la vea como una propuesta liviana, con buena fotografía y cierta espectacularidad. Pero también representa una oportunidad desaprovechada: podría haber reflexionado sobre el miedo, narrado una historia de redención o construido un romance sólido en medio del caos. En cambio, se limita a repetir fórmulas. Un film que simula intensidad, pero que termina extinguiéndose como lava enfriada.