
El universo estético, narrativo y sonoro del director español Pedro Almodóvar se expande más allá del cine. Su filmografía, reconocida por la fusión de lenguajes y el uso expresivo de la música, se convierte en materia escénica viva con Almodovariana, una propuesta que articula teatro, performance y música en vivo a partir de las canciones más emblemáticas de sus películas.
Con dirección conceptual de Valeria Ambrosio, el espectáculo se presenta como una intervención escénica contemporánea que resignifica la relación entre imagen, música y cuerpo, a través de una selección de temas que han marcado el imaginario sonoro del cine almodovariano.
Lejos de reproducir las bandas sonoras de manera literal, Almodovariana plantea un ejercicio de traducción escénica. El show se despliega mediante un ensamble orquestal en vivo, dirigido por Juan Serruya, e interpretado por un conjunto de voces que transitan entre lo melódico, lo dramático y lo performático: Maxi Serral, Virginia Kaufmann, Gigi Lepío y Amal.
El repertorio incluye piezas como “Cucurrucucú paloma”, “Volver”, “Resistiré”, “Quizás, quizás, quizás”, “Un año de amor”, “Espérame en el cielo”, “Puro teatro” y «Ne me quitte pas», todas cargadas de sentido y con un fuerte arraigo en la identidad iberoamericana que Almodóvar ha sabido construir a lo largo de su obra.
En este contexto, la presencia escénica de Paulina Domínguez suma una dimensión actoral que evita la ilustración directa y apuesta por la sugerencia corporal y poética, a través de la incorporación de textos y diálogos icónicos extraídos del universo fílmico del cineasta.
La propuesta no solo revisita el repertorio musical que acompaña a Almodóvar, sino que lo contextualiza en clave de memoria, afecto y territorio. Cada canción opera como una cápsula narrativa que enlaza cine y música con los afectos populares, la disidencia sexual, lo melodramático y la cultura kitsch, elementos constitutivos de la estética del realizador manchego.
Almodovariana pone en escena una reinterpretación de la banda sonora emocional de una filmografía, y lo hace desde una estructura que combina interpretación vocal, dirección escénica y curaduría musical. La inclusión de composiciones de Alberto Iglesias, junto a clásicos populares resignificados, convierte el archivo musical en un verdadero campo de acción teatral.
En lugar de homenajear desde la repetición, el espectáculo se propone como una relectura escénica que traslada el legado cinematográfico a un nuevo soporte. La puesta permite pensar en cómo teatralizar una película sin representarla, explorando sus elementos transversales: la música, el gesto, la voz y el silencio.
En palabras de Valeria Ambrosio, “más que un concierto, Almodovariana es una intervención escénica que combina cine, música y performance desde una perspectiva contemporánea”. Esa articulación devuelve a escena una obra que, sin pertenecer al teatro, logra habitarlo con naturalidad y potencia.