
domingo 20 de julio de 2025
La separación de una pareja es un tema recurrente en el cine, pero pocas veces se aborda desde los límites propuestos por Foibles (2025). La película nos sumerge en el errático y a veces divertido descenso a los infiernos de una relación tóxica.
El corazón de Foibles reside en su audaz apuesta por exponer el calvario emocional de sus protagonistas. La trama sigue a Jordan (John Karna, Ladybird), un joven codependiente que queda desequilibrado tras su ruptura con Gabrielle (Carina Conti II, Winning Time), su novia por cinco años, quien a su vez lucha contra el alcoholismo. Cuando Gabrielle busca un préstamo, Jordan la desafía a beber juntos a cambio del dinero, en un intento desesperado por «curar» su adicción al alcohol.
Desde el inicio, Foibles nos advierte que estamos ante un relato de intentos fallidos por recuperar lo irrecuperable, por cambiar lo inmutable. Los créditos iniciales, con la imagen de un prototipo de cabeza golpeándose incansablemente contra un ladrillo, encapsulan perfectamente el ciclo de encierro y desesperación que viven los personajes.
Pero lo que realmente distingue a Foibles de otras películas sobre el tema es el riesgo asumido. Ryan Oksenberg no teme zambullirse en las oscuridades de la pareja, ahondando en sus dilemas trágicos, adicciones, imperfecciones y los daños colaterales del amor. Lejos de ofrecer una propuesta conciliadora, redobla la apuesta con excesos y repeticiones que pueden resultar agotadoras, pero que son intrínsecas a la experiencia traumática que busca transmitir.
Esta virtud convierte a Foibles en una película osada, atrevida y sin reparos en su afán por representar los infiernos de una relación tóxica. El tono humorístico hace más llevadera la densidad de la trama, junto a la entrega de los actores, siempre al límite de sus posibilidades expresivas. Elementos que alinean a la producción perfectamente con el estilo y estética del cine indie.
Sin embargo, la búsqueda visual para representar el calvario interior es notable, recurriendo a ideas extremas que evocan el estilo visceral de Trainspotting (1996) de Danny Boyle, el cine de Cronenberg o incluso ciertos apartados surrealistas de David Lynch. Son secuencias que impactan al espectador, sin dejar a nadie indiferente.
Ryan Oksenberg ofrece una mirada sin concesiones al horror de la autoconciencia con Foibles, una película tan alucinante como imperfecta, tan carismática como desoladora, tan divertida como perturbadora. Un verdadero tour de forcé sobre el fin del amor.